El triatlón no es un circo

He tardado unos días en ponerme delante del ordenador para escribir este post. No me resulta fácil. Ante todo me gustaría que quede claro que lo que voy a decir no es una queja, es un sentimiento expresado en voz alta.

material

El triatlón no es un circo
El triatlón no es un circo

He tardado unos días en ponerme delante del ordenador para escribir este post. No me resulta fácil. Ante todo me gustaría que quede claro que lo que voy a decir no es una queja, es un sentimiento expresado en voz alta.

Justo hace una semana afronté mi reto anual.  Una "Half" en Vitoria. Representaba para mí el lugar perfecto para esta prueba. Entorno inigualable, ambiente totalmente entregado, buena gente.

Hacia las 17:00 del viernes 8 de julio partíamos hacia Vitoria desde Barcelona con nervios, ganas de participar y la ilusión de llegar. En cada prueba en la que participo siempre se suman estas emociones que hacen que viva con intensidad estos momentos.  Se trata de disfrutar del día previo y el día de la carrera.

El día previo compartes los nervios, la preparación y la ilusión con todos los otros participantes que se concentran en la zona preestablecida por la organización. Es un día para disfrutar. Y es necesario que los participantes se sientan bien, que la preparación sea fácil, que impere el buen humor.

Pues bien,  el sábado 9 de julio la organización nos tiene preparada una improvisada gincana: recogida de dorsal con unas colas considerables. El briefing a 20' andando. Aglomeraciones: 2300 participantes circulando por los mismos recorridos, poco espacio, cola de coches, zona de aparcamiento claramente insuficiente, en definitiva, momentos nada agradables, cuando se supone que tendrían que ser para recrearse.

Después de caminar 20' bajo un sol de justicia, escuchas el briefing y acabas preguntándote: ¿no habrá alguien que se tome en serio lo del briefing? No vale poner cuatro slides con cinco frases, como si el briefing fuera un trámite y ya está. No entiendo porqué en la parte más importante de una previa las organizaciones se la toman como una tarea a tachar. Yo entiendo que de un briefing has de salir con todo muy claro y no hecho un mar de dudas. Un briefing es coger al atleta de la mano y decirle todo con lo que se puede encontrar el día de la prueba. Por ejemplo, si hay neblina a la hora de la salida, cómo se va ha gestionar, cada 15  minutos se evaluará el estado del tiempo y se añadirán 15 minutos más en función de la climatología hasta tal hora en la que no se puede retrasar, etc. Entiendo que el briefing ha de ser clarificador y no salir con la sensación de que bueno, ya veremos en el momento como se desenvuelven las circunstancias .

Después del briefing había que ir al hotel a preparar todo lo que debíamos dejar en los  diferentes boxes. La bolsa de correr en medio del pueblo,  pero, claro, ¿ se iba a dejar la comida de carrera a 30 grados bajo una carpa-horno hasta el día siguiente? Lo normal sería que  la alimentación no sufriera tantos cambios de temperatura y preservarla en las mejores condiciones  el máximo de tiempo. Yo no la dejé porque como cocinera, sé que dejar los alimentos bajo el sol durante 24 horas y con calor no es lo más aconsejable si lo has de comer al día siguiente en carrera donde tu cuerpo está expuesto a un esfuerzo que no es el habitual. La gente no podría dejar por ejemplo plátanos, porque al día siguiente estarían negros. Conclusión, que delante de este panorama decido cargar la comida de carrera y barritas en la bici. Pero todas estas decisiones las has de tomar al momento porque vienen de sorpresa justo cuando vas a dejar la bolsa y te das cuenta de que la bici está en la montaña a casi 20 km. Nos recomienda la organización tomar los buses para recorrer estos casi 20 km al pantano de Landa. No sé si para bien o para mal, decidimos ir con nuestra furgoneta en vez de tomar los buses. Por lo que yo pude ver, mucho mejor haber podido subir en coche que no en los buses.

Y es que seamos realistas. A la hora de pensar en la logística, trasladar a 2300 personas, con sus bicis, un sábado por la tarde al pantano de Landa, donde toda Vitoria se lanzó a tomarse el día libre ya que se podía nadar, tomar el sol y pasar un día espléndido en el pantano, pues no fue cosa fácil. No me quiero imaginar los que fueron en los buses. Nosotros en la furgoneta estuvimos paralizados sin movernos ni un metro 1 h 30 minutos el sábado por la tarde con un calor bastante considerable. Conseguimos aparcar, eso sí, encima de un conteiner, por decirlo de alguna manera, y nos dispusimos a hacer la cola para entrar en boxes. Por fin estamos en la entrada y un juez de la organización me para y avisa a otro juez que venga hacia mí, miran mi casco y me dicen que con este casco no puedo competir, que está roto y no me dejarán salir al día siguiente si no lo he repuesto.

No había opción, ni la quería tener, no me había dado cuenta que tenía el casco roto y por supuesto no quería tentar a la ley de Murphy; por momentos me veía que iba directa con la cabeza al suelo. Ya con los nervios del casco y sabiendo que tenía que desplazarme hasta el Decathlon de turno, me empiezo a venir un poco abajo. No porque me tumbaran el casco, esto lo encuentro de lo más normal, sentido común, si tienes el casco roto, no participas. Sino porque se acumulaban las dificultades, los contratiempos, la imposibilidad de moverse con soltura en la zona, las aglomeraciones, ... ¿Qué está pasando?



Al día siguiente, nos desplazamos en los buses asignados a cada uno de los hoteles hacia boxes. La mañana de la competición es un momento importante de la prueba. Estás nervioso, has dormido poco, es una hora a la que no estás habituado levantarte, uno no se levanta cada día a las 4h30 o 5h de la mañana. El desayuno del hotel no es al que tu cuerpo está habituado y mucho menos al café de las máquinas que sin quererlo lo único que despiertan es el esfínter para ir corriendo al lavabo.

Con los nervios nos vamos Rosa, Neus y yo al bus. Un trayecto de curvas, con la mala pata que me toca en la última hilera del bus, Me empiezo a marear, me arranco el pulsómetro que me aprieta, quiero vomitar, no me encuentro bien, pero mantengo la calma hasta cierto punto.

Una vez llegamos al pantano de Landa ocurre lo peor. A las 6 horas de la mañana, en plena naturaleza, en vez de escuchar el cantar de los pájaros suena Paulina Rubio taladrando mi oído a todo volumen con su canción "Ni una sola palabra," con un speaker que parecía recién salido de la discoteca que agujerea del todo mi oído diciendo tontería y media: “Levantar los brazos y gritar OeOOo OeeeO OeeeOooo!!!  ¡¡¡Mirad al dron!!!" "Está pasando un dron que quiere filmar que somos muy felices antes de tirarnos al lago" :(

¿Qué está pasando?

El pantano de Landa había amanecido con una manta de neblina, retrasan la salida un cuarto de hora, pero nos tienen atizados en un espacio en el que no cabíamos los 2300 atletas. Paulina Rubio le chillaba a nuestros oídos y toda aquella escena me recordaba a la explanada de cualquier Rave Party pero sin haber ido de juerga. 2300 medio zombis esperando sin saber cuándo empezaría la carrera e intentando mantener nuestros sueños e ilusiones sin decaer antes de hora. Los triatletas somos sufridos y resistentes, eso no cabe duda, pero aquello fue un abuso de confianza en todo regla.

Con tanta espera y siendo de mañana, a los triatletas les empiezan a llegar las ganas de ir al lavabo. Pues, sí, señores de la organización, los nervios y las emociones juegan con nosotros y solo había 10 cabinas de lavabos.  Tuve que  hacer 40 minutos de cola para poder atender a mis necesidades fisiológicas y suerte tuve de que la salida se retrasara 45  minutos en total. No es justo, lo siento, pero no quiero drones que nos filmen, quiero más lavabos y que no nos compliquen tanto la vida. La carrera en sí es difícil para que, además, tengas que sufrir tanta inconveniencia.

Muy malas sensaciones. No podía más de la música a todo trapo (qué absurdo cuando el lugar es tan maravilloso) ni del speaker chillando y en aquel momento pienso que no, que no me tiro al agua, que me encuentro mal, que estoy cansada, que al diablo con el circo en el que se ha convertido el triatlón. Que mis sueños, retos e ilusiones son otros. ¿Dónde está el contacto con la naturaleza, el encontrar el punto de unión entre cuerpo y mente para afrontar una larga distancia, la magia y los valores del triatlón?

Totalmente decepcionada, barajo la idea de no tirarme al agua, estoy mal y lo que menos me apetece es hacer el half.

En eso, la neblina se había levantado y  nos avisan que darán la salida a las 8;45. Como alma en pena busco a Rosa y a Neus. Las encuentro y tampoco están con el mejor de los ánimos. Decidimos que no queremos que nos den de bofetadas y salimos de las 10 últimas personas, perdiendo dos  minutos en el tramo de agua.

Me lanzo a la primera brazada y pienso que he de nadar muy lento, que aquello me ha de servir para  hacer un buen calentamiento para la bici. Fue tirarme al agua, alejarme de la música, del speaker y escuchar el silencio, percibir mis brazadas alargadas, silenciosas, y empezar a sentirme bien. A medida que iba nadando mejor me sentía, pensé que lo que necesitaba era escapar de esa zona de transición que parecía la explanada de un parking de discoteca a la hora del cierre abarrotada de jóvenes-zombis.



Salgo de la natación y pienso que me encuentro mucho mejor de lo esperado, subo a la bicicleta y hago una bici muy contenta en un recorrido espectacular.  Los voluntarios, impresionantes, el público más que maravilloso, fantástico. Todo me recuerda  lo emocionante que es el triatlón. Hago un buena bicicleta, teniendo en cuenta que fui con 500 km desde enero, creo que las 3h 40 están más que aceptables, pero sobre todo por como me encontré y viniendo de un estado emocional en muy baja forma. Eso sin duda. La carrera, la empiezo y hasta el km 8 voy a mi trote cochinero pero contenta. El calor aprieta mucho. A partir del km 8 decido que no quiero sufrir. "¿Qué voy a ganar? ¿500 m?" Y empiezo a caminar y a correr, así hasta llegar a meta. Demasiado calor.

Lo mejor sin duda es haber tenido la mente clara para poder remontar el episodio tan horroroso de boxes a las 6:00 de la mañana y haber disfrutado hasta el km 8 de carrera. En todo momento me sentí bien, sobre todo en natación y en bici muy bien, en carrera tuve momentos de debilidad y fui muy consciente de lo que  me pasaba. No tenía el ánimo de correr.

Hacía justo una semana que le había dicho a Curris que un half al año lo haría porque me ilusionaba tener este reto, me ayudaba a mantenerme en forma de una manera saludable etc. Pero después de esta experiencia y con lágrimas de cocodrilo pongo en cuarentena hasta nuevo aviso al triatlón. No quiero formar parte del circo en el que se está convirtiendo, no quiero.

Emocionada al llegar a meta, sabía y sé que tendrá que pasar mucho tiempo para que vuelva a participar en una triatlón. Lloré, creo que en la que más, de alguna manera me estaba despidiendo del triatlón, diciendo adiós.

Buscaré pruebas que tengan la magia que busco, el contacto con la naturaleza de una forma fluida, integradora y no agresora.

eltriatlonnoesuncirco