Este fin de semana ha sido especial para el tenis español. Las chicas arrollaron en la copa federaciones ante Italia y Nadal vuelve a vencer a lo grande. Los tres partidos que vi, el de Carla Suárez, Garbiñe y Nadal, tienen algo en común: valores. Tres personas ante sus rivales, el desafío, la presión por las victorias tan importantes en Lleida como en Mónaco, el deseo de agradar a una afición que les apoya y valora su esfuerzo, y el coraje y la garra dejándose la piel en la tierra batida.
Un tenista es su escaparate. Todo se representa en él, las dudas, la seguridad, la toma de decisiones o la capacidad de concentrarse después del punto de su vida o de la dejada que no entra. En el deporte en equipo respecto al individual, cuando compartes este tipo de cosas con los tuyos, te sientes protegido. Siempre hay alguien para levantarte cuando te caes en medio de un partido. Pero en el tenis, si te caes, te levantas tú, si te equivocas, decides tú, si tienes éxito, lo autorregulas tú.
Cuando en un partido de fútbol llevas tres goles en contra a falta de dos minutos, no hay nada que hacer. Pero en el tenis, todo es posible. Después de ver un segundo set tan disputado y duro psicológica y físicamente hablando, ¿quién se imaginaba a un enorme Nadal dejando en blanco a su rival en el tercero? La historia está hecha para que la escriban los grandes como los nuestros.
El tenis, como el deporte en general, nos educa en valores. Y no necesitas practicarlo para aprenderlos. Basta con que estuvieras delante del televisor este fin de semana y percibieras la entrega de estos tres grandes del tenis. ¿Qué pudimos ver? Entrega y esfuerzo. Muchos son los deportistas que cuando superan a sus rivales y tienen el partido controlado, se relajan. Pero tanto Carla como Garbiñe fueron competitivas. Porque de lo que se trataba no era solo de ganar, sino de superarte a ti misma, saber de lo que eres capaz y de cuáles son los límites que puedes cruzar. Por su parte, Nadal lleva luchando consigo mismo por superar momentos de dificultad, momentos en los que no tenía sensaciones, en los que él incluso dijo sentir ansiedad. Pero no se ha dado por vencido, porque el que la sigue, la consigue. El que la sigue, si lucha, se esfuerza, se sobrepone y es perseverante, sí la consigue.
También hemos visto inteligencia. Buenas decisiones, estrategia, anticiparse y arriesgar. Jugar al tenis no se basa solamente en tener el talento y en la capacidad física, sino en saber leer el partido, estudiar a tu rival, en sesiones de preparación que te permiten planificar para poder dar el jaque mate cuando las circunstancias te lo permitan.
Y nos hemos empapado de saber ganar, más complicado que saber perder. Educación, agradecimiento, humildad, generosidad, compañerismo. Saber ganar es estar en tu sitio, felicitar al rival que ha permitido tu victoria, hacer las declaraciones oportunas y emocionar a los que fueron a sentirte y apoyarte.
Estos partidos son dignos de ver con nuestros hijos y poder explicarles en cada momento, no solo lo que es un revés a una mano o a dos, sino lo que significa el esfuerzo, cómo su sudor les lleva a conseguir metas, y cómo, a través de su compromiso y entrega, logran los resultados. Esta sociedad necesita niños que aprendan que todo lo que uno desea, cuesta, que tienen que invertir tiempo, paciencia y esfuerzo para lograr los objetivos que se propongan. Y que esto lleva muchas horas de entrenamiento detrás.
¡Que grande es el tenis español!
Este fin de semana ha sido especial para el tenis español. Las chicas arrollaron en la copa federaciones ante Italia y Nadal vuelve a vencer a lo grande. Los tres partidos que vi, el de Carla Suárez, Garbiñe y Nadal, tienen algo en común: valores. Tres personas ante sus rivales, el desafío, la presión por las victorias tan importantes en Lleida como en Mónaco, el deseo de agradar a una afición que les apoya y valora su esfuerzo, y el coraje y la garra dejándose la piel en la tierra batida.