Mi hija decidió apuntarse a la Holi Run de Zaragoza y yo me animé. Como buena adolescente se apuntó con sus amigas en pandilla y me planteé apuntarme con mi hijo Pablo de diez años. Pablo no es un amante de los deportes, pero sorpresivamente me dijo que sí. Y empezamos a entrenar juntos las tres semanas.
Os tengo que decir que cada día me sorprendía más y mejor. No es que no le gustaran los deportes, es que Pablo no había encontrado el suyo. Empezamos corriendo a intervalos, combinando la carrera con caminar. De los tres primeros kilómetros a los seis que corremos ahora. Y Pablo se iba adaptando, cruzando sus límites, sudando, pero lo más importante, disfrutando muchísimo.
Antes de que empezara el cole nos levantábamos temprano para ir de running y no hubo una mañana que protestara, le diese pereza o estuviera cansado. Al revés, me lo encontraba en la escalara, sonriendo y esperando el momento. A mí hijo lo que no le gustaba es el fútbol, pero ha descubierto que le fascina correr.
Y esta nueva pasión le ha dado seguridad. Empezó el cole y el primer día me dijo, “pues he jugado al fútbol en el patio y no se me ha dado nada mal". Así que un deporte le lleva al otro, y él ahora está feliz con su compromiso y su esfuerzo.
Estaba deseando exponerse a correr cinco kilómetros seguidos, quería ponerse a prueba y pasarlo bien, y llegó el día. Pero antes de la carrera yo ya sabía que la carrera era lo de menos. Lo que valía la pena son los ratos maravillosos que hemos pasado entrenando juntos. No es cruzar la meta, son los momentos vividos.
El domingo corrí junto a Pablo la Holi Run. Y sin haber salido ya habíamos ganado, porque madrugamos muchos días, sudamos, reímos, sufrimos algún flato y mi hijo se superó en cada momento. Hemos ganado porque hemos aprendido. Me siento feliz por compartir esta afición con él. Me siento feliz porque correr con Pablo es un momento para compartir experiencias, conversaciones, cansancio, para reírnos, para crecer juntos. Por ahora yo corro diez kilómetros y él seis, pero en muy poco tiempo sé que tendré que decirle “Pablo, espérame, que no te sigo". Y ese día me sentiré pletórica porque habré ayudado a educar a mi hijo en valores como el esfuerzo, en ilusionarle con un deporte que por fin le gusta y disfruta, y por despertarle una misma pasión que podremos compartir muchos años juntos.
5 pasos que nos ayudaron a que Pablo se enganchara a correr y lo disfrutara.
- Hemos convertido la sesión de running en un momento para los dos. Mientras corremos hablamos de temas que nos interesan. A Pablo le encanta la psicología y la ciencia y yo suelo buscar experimentos interesantes para contarle mientras corremos. Correr es un momento para relacionarnos de una forma muy especial. Cuando va más cansado me dice “mamá, sigue contándome tú aunque no te conteste, que voy con la lengua fuera".
- Nunca le obligué. Él dijo que quería correr y yo solo le preguntaba si se animaba un día más o no. Algunas veces los niños están cansados, o de vacaciones les apetece seguir durmiendo. Si en ese caso me hubiera puesto a leerle la cartilla haciendo valer el compromiso que él había cogido con la carrera, seguro que hubiera generado tensiones negativas. Fue él siempre quien decidió que quería y lo hizo de muy buen gusto. Si no presiono a mis hijos para que jueguen a sus videoconsolas, tampoco quiero hacerlo cuando deciden correr de forma informal conmigo.
- Ha recibido un continuo refuerzo. Pablo era reacio a practicar deportes. Es una persona a la que le encanta leer, escribir, dibujar y la informática, pero los deportes no le atraían mucho. Hasta que encontró el running. Cada pequeño paso y cada superación lo hemos festejado a lo grande. Poco a poco se ha ido sintiendo fuerte, capaz y habilidoso. Me he pasado todos los entrenamientos reconociendo su fuerza de voluntad y valorando su iniciativa de no quedarse en casa con actividades más sedentarias.
- He compartido sus logros con todas las personas importantes para él. La familia y amigos. Se ha dado cuenta que los demás también valoran el cambio. Los niños se sienten importantes y valorados cuando hablamos de sus virtudes a otras personas. Con ello estamos potenciando su seguridad y su autoestima. No se trata de decir que mi hijo es el mejor, ni mucho menos, pero sí de valorar que se levanta temprano, que no se queja, que ha disfrutado y compartir su alegría.
- Nos hemos hipermotivado. Todas las sesiones de entrenamiento íbamos chocándonos la mano, diciendo que nos estábamos superando, animándonos mutuamente, sonriendo y diciendo que éramos afortunados y grandes por conseguir convertir en una rutina lo que para Pablo era antes un objetivo a años luz.
Y os dejo aquí estas palabras que Pablo ha escrito para animar a todos los que quieren superarse en su vida. Su opinión es importante, porque para él, engancharse a un deporte, ha sido una gran superación. De quien de verdad aprendemos es de la persona que siente la experiencia.

“Entrenando solo tres semanas con mi madre siempre al lado, he conseguido hacer los cinco kilómetros de la Holi run seguidos. Pero no es eso de lo que estoy orgulloso, sino que me siento orgulloso por despertarme cinco minutos antes de que suene el despertador, con una sonrisa de oreja a oreja, vestirme en un abrir y cerrar de ojos, y antes de las ocho en punto estar esperando a mi madre. Creo que ese es el verdadero motivo para estar orgulloso de mí mismo. Yo me he superado día a día, y no ha sido añadiendo kilómetros a mi recorrido", Pablo Olarte.