Ser deportista profesional puede arruinarte la vida

¿Cuál es el precio que hay que pagar por ser el mejor en tu disciplina? ¿Realmente merece la pena?

Miguel Ángel Rabanal

Ser deportista profesional puede arruinarte la vida
Ser deportista profesional puede arruinarte la vida

A todos los que nos gusta el deporte, siempre hemos envidiado haber podido ser campeones del mundo absolutos de nuestro deporte, o haber conseguido una medalla olímpica, pero si en realidad supiésemos el precio que hay que pagar por ese galardón, seguro que nos lo replantearíamos 2 veces, y en este sentido no hablo de los futbolistas que considero en su mayor parte unos agraciados con los sueldos y condiciones que tienen respecto al resto de deportes más minoritarios.

Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo a perderla" (Ch. Friedrich Hebbel)

Ser un campeón es muy bonito, pero en determinadas ocasiones trunca la vida de las personas, arruinándoles su existencia, y su salud tanto a nivel físico, como mental y social.

Esta breve reflexión, surge ya hace tiempo cuando en un programa realizado por nuestro paisano Jesús Calleja, salía la medallista olímpica y mejor nadadora de la historia de España, Mireia Belmonte, que en su andadura con Calleja por Japón, nos dejaba a todos boquiabiertos mostrando que no sabía andar en bicicleta, y aunque en un principio pensaba que se trataba de una broma, era la realidad, y en ese momento me preguntaba que tipo de infancia había tenido, pues seguramente no hacía otra cosa que nadar y nadar mirando una raya de la piscina durante horas y más horas que le absorbieron su infancia, y que ya no volverán; no habrá disfrutado cosas sencillas que hemos vivido el resto de mortales, como jugar sin más y montar en bicicleta.

Ser deportista profesional puede arruinarte la vida

Mireia aprendiendo a montar en bici con Jesús Calleja

Lo de Mireia, me dio mucha pena al imaginármela sin una infancia normal. Y es que esta etapa de la vida es según los expertos, la que va a marcar nuestras vidas, ocupando una parte imborrable de nuestro cerebro que nunca lo olvidaremos y será un base importante de nuestra personalidad; de cómo la hayamos vivido y disfrutado, dependerá en gran parte nuestra estabilidad emocional.

Muchas personas a las que encumbramos socialmente por ser deportistas de élite y por sus logros deportivos, han carecido de su infancia por sacrificarlas por el deporte y llegar a ser figuras (acordaros del caso Agassi del que ya os hablé), y seguramente merezca la pena para unos pocos elegidos, pero serán miles y miles los que hayan arruinado sus vidas por la cabezonería de sus padres fundamentalmente, así que si tenéis niños y os gusta el deporte, no os dejéis llevar porque os digan que vuestro hijo es muy bueno en un deporte; debéis utilizar este, simplemente para ayudarlo en su proceso de formación, y no para condicionarlo como persona.

Y dado que las posibilidades de que sea un campeón son ínfimas, seguro que os resulta más rentable jugar a la lotería (la de Navidad en estos días) y fijo que tenéis más posibilidades.

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