Este primer trabajo para valorar lo importante del movimiento, de la revista Lancet, se basó en la observación durante 1949 y 1950 de los trabajadores de transporte de Londres, los cuales tenían diferentes niveles de actividad física según su puesto de trabajo; analizando cómo los conductores de los autobuses de Londres morían mucho más jóvenes que los cobradores, ya que los primeros estaban todo el día sentados y los segundos no paraban de moverse y subir escaleras.
Esta fue la primera demostración seria que relacionaba la actividad física con la salud, creando un nuevo paradigma que hasta entonces casi no era necesario estudiar, ya que el movimiento era algo común en nuestras vidas y no como ahora que pasamos gran parte del tiempo sentados delante de pantallas. A raíz de ese estudio, se han hecho infinidad de investigaciones que relacionan el movimiento y la salud, y en todos se concluyen, que a igualdad de factores de riesgo, quienes más se mueven mueren más tarde, así que recordar que nunca es tarde para empezar con el deporte, por muchos años que se tengan y mucho mejor si es de manos de un Educador Físico que es el profesional encargado de ello.
Nadie se niega a vivir más pero siempre y cuando se tenga calidad de vida, por eso el horror a envejecer no nace del miedo a morirse, sino del miedo a la incapacidad, a la pérdida de independencia.
La vejez, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde un punto de vista biológico, es la consecuencia de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, lo que lleva a un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales, un aumento del riesgo de enfermedad, y finalmente a la muerte. Realmente los mayores se atrofian por una discapacidad progresiva, se atrofian porque no se mueven, porque hace un invierno frío y no salen de casa, porque viven en un cuarto sin ascensor y están recluidos, porque llegan al hospital andando con una neumonía y pasan dos semanas encamados y salen con la neumonía curada pero en silla de ruedas, las piernas ya no les sujetan y ya no se levantan más. Una docena de días en la cama de un hospital equivalen a un envejecimiento muscular de 20 años: se entra con 80 y se sale como si se tuviera 100. Y la solución que nos ofrece la sociedad son fármacos, cuando el problema es la inactividad. Desgraciadamente seguimos las directrices de la industria farmacéutica.
A edades avanzadas una docena de días en la cama de un hospital equivalen a un envejecimiento muscular de 20 años
Es curioso cómo en las recomendaciones de las asociaciones médicas se dice que mucho cuidado con el ejercicio, que no hay que pasarse, cuando en realidad las adaptaciones en el organismo, los efectos del entrenamiento, sólo se producen tras esfuerzos de cierta intensidad. Los médicos no saben muy bien cómo manejar el ejercicio, no prescriben ejercicio, sino que lo recomiendan y a veces lo prohíben como si fuera peligroso. Es penoso que en el actual sistema sanitario no se tenga en cuenta las prescripciones de ejercicio por profesionales de la actividad física y el deporte que son los auténticos expertos en esta materia. Habría que reivindicar profesionales de la actividad física y el deporte en los hospitales, que son los educadores físicos, y a buen seguro los enfermos recuperarían mucho mejor. Y del mismo modo, se deberían tener en cuenta a los educadores físicos en las residencias de mayores. Todos debemos ser conscientes, de que retrasar el deterioro de las capacidades físicas y mentales, o bien atenuarlo, gracias a la práctica de ejercicio físico, consigue más calidad de vida, a través de desarrollar un envejecimiento fisiológico natural, que dista mucho de la realidad actual, que es un envejecimiento patológico, basado solo en medicamentos.
Según datos de las Naciones Unidas, España se encuentra entre las 4 naciones más envejecidas del mundo, y además, se estima que a mediados de este siglo, más de 1/3 de los españoles será mayor de 65 años, lo que supone que cada vez habrá más población mayor, y que se necesitan actuaciones claras, concisas y útiles para promover un envejecimiento saludable, mejorando sustancialmente la calidad de vida de las personas de edad avanzada.
Los educadores físicos, con su herramienta de trabajo, la actividad física adaptada a cada persona, son capaces de obtener beneficios en cualquier perfil poblacional desde diferentes áreas, pero sobre todo desde un área preventiva, que nos asegura una buena salud a corto, medio y largo plazo. Por favor incluyamos y normalicemos, ¡ya mismo!, a los educadores físicos dentro de nuestra sociedad, pues con una escasa inversión, los beneficios serían abrumadores, y nos harían la vida más fácil.