El masaje tiene innumerables beneficios, aunque algunos como la recuperación de lesiones o la mejora de la movilidad requieren de profundos conocimientos por parte de quién los aplica, así que debemos dejárselos a los
terapeutas profesionales.
No obstante, si seguimos algunas premisas, podemos dar (y recibir) en casa un agradable masaje de relajación y descarga muscular. Además, te mostramos cómo es la espalda por dentro para que la experiencia de dar un masaje te sirva también como lección de anatomía.
ANTES DE EMPEZAR
1. El ambiente también es importante. Debe ser relajado y tranquilo, sin ruidos ni interrupciones y con luz tenue, con una temperatura confortable para la persona que está recibiendo el masaje.
2. Debes disponer de una camilla o una mesa alta y firme a una altura adecuada. Cúbrela con una toalla o una sábana que no te importe manchar con el aceite.
3. Necesitas un aceite que permita que las manos se deslicen sobre la espalda. Los de esencias son muy agradables, pero cuidado, aseguraos de que su olor os gusta a ambos y no produce alergias ni a quién da ni quién recibe el masaje.
Además debes tener en cuenta que:
- El masaje no debe doler nunca, si duele, párate
- No presiones nunca sobre la columna vertebral ni la masajees directamente.
- La superficie de masaje debe estar a la altura adecuada o serás tú el que acabe lesionado.
- Las embarazadas o las personas que padecen alguna enfermedad deben consultar a su médico y acudir a un especialista para recibir un masaje.
- Este que te proponemos es un masaje relajante. Si la persona que lo va a recibir tiene alguna contractura o padece molestias fuertes, es mejor que acuda al especialista.
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- Empieza siempre delante de los hombros de la persona que va a recibir el masaje. Échate un poco de aceite en las manos y frótalas para calentar las manos y el aceite. Coloca las manos suavemente y pásalas sobre la espalda despacio y con suavidad desde los hombros hacia la zona lumbar. Es lo que se conoce como pases de acariciamiento.
Observa tus manos: Asegúrate de que el ángulo que forman tus brazos y tus manos no es demasiado pronunciado.Si presionas hacia abajo en vertical, se bloquean las muñecas y los hombros. - Mientras mantienes el contacto constante, desplaza las manos desde la parte alta de su región dorsal hasta su sacro, volviendo a pasar por encima de las caderas.
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3. Pon una mano sobre la escápula y la base de la otra sobre el ilion y, empujando suavemente en direcciones opuestas, estira ese lado de la espalda. Repite por el otro lado.
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4. Pon una mano sobre la otra y presiona sobre la espalda, desde el hombro hasta la zona sacra. Repite por el otro lado de la columna vertebral.
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5. Coloca la parte carnosa del antebrazo sobre la parte superior de la espalda, manteniendo la muñeca relajada y asegurándote que no bloqueas el hombro. Desliza el antebrazo bajando por toda espalda y, al llegar la cintura, separa suavemente.
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6. Coloca los pulgares a un lado de la columna vertebral y, empleando una presión firme pero moderada, desplázalos bajando y subiendo por la espalda, a través de los músculos trapecio y dorsal ancho.
Refuerza tus pulgares Para evitar lesiones, apoya los pulgares sobre tus dedos índices y refuérzalos con el resto de la mano, como en la foto.
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7. Aprieta suavemente el trapecio con ambas manos a la vez, amasando el músculo, primero con una mano y después con la otra.
8. Presiona con las yemas de los dedos contra los bordes del omoplato, mientras rodeas este hueso. Es lo que se llama coloquialmente separar la escápula.
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9. Pasa la parte carnosa de cada antebrazo a lo largo de la espina de la escápula.
10. Tapa con una toalla a la persona que ha recibido el masaje y deja que se relaje y permanezca tumbada mientras le apetezca.