Uno de los errores habituales con el cuidado de los alimentos es meter los tomates en la nevera. ¡El tomate no volverá ser el mismo si pasa mucho tiempo en una temperatura inferior a los 10 grados! Intenta que siempre estén por encima de estos 10 grados. El frío provoca en el tomate que se interrumpa su maduración y cambia su textura. Lo que sucede es que se rompen las membranas en el interior de las paredes de esta fruta (¡sí, el tomate es una fruta!) y la pone harinosa.
Por tanto, si queremos tomar el tomate con todo el sabor debemos comprender que es un producto hortofrutícola climatérico; con esto queremos decir que sigue madurando después de la recolección. Si guardamos en la nevera un tomate poco maduro, paralizaremos el proceso y no llegará a su pico máximo de sabor y textura.