La dieta cetogénica consiste en llevar una alimentación baja en carbohidratos. A este estado se le denomina cetosis. Los hidratos de carbono se relacionan habitualmente con el aumento de peso, pero si los tomamos correctamente no debe ser así. De hecho, son importantes para nuestro organismo. La razón de ser de la dieta cetogénica es obligar al organismo a que queme grasas al no obtener energía de los hidratos de carbono y aunque puede ayudar si el propósito es perder peso, es un tipo de dieta con contraindicaciones para la salud.
Efectos secundarios de la dieta cetogénica
Eliminar o reducir drásticamente los carbohidratos de nuestra dieta puede provocar una serie de contraindicaciones.
Desde calambres en las piernas hasta disminución del rendimiento físico, pasando por otras complicaciones como arritmias, mal aliento o estreñimiento.
En el ámbito del deporte, una dieta cetogénica no es una buena idea ya que, como acabamos de mencionar, puede afectar a nuestro rendimiento. Esto se fundamenta en la pérdida de sales y líquidos. Y aunque podemos restaurarlo aumentando la ingesta de agua y de sal (algo que por otro lado puede ser perjudicial para nuestra tensión), pero es una solución temporal.
El déficit alimentario también nos puede pasar factura. En nutrición, todos los grupos de alimentos son importantes y dejar de lado uno, en este caso los hidratos, nos puede conducir a problemas relacionados con el sistema cardiovascular, la descompensación de los azúcares o un déficit de micronutrientes.
Algunos ejemplos de dieta cetogénica
Dentro de las llamadas dietas cetogénicas, encontramos varios tipos. Una de las más populares es la dieta Atkins.
Da igual el nombre que le pongas, incluso si tú mismo te la confeccionas bajo la falsa creencia de que “los hidratos de carbono engordan". Una dieta saludable pasa por incluir en nuestra alimentación todos los grupos de alimentación, equilibrar bien su consumo y no prescindir de nada. Los planes alimenticios en los que debemos dejar de tomar algún elemento concreto, deberíamos ponerlos en tela de juicio.
Y no lo olvides, la mejor dieta siempre será aquella que nos elabore un nutricionista, que conozca nuestras características personales y nuestros objetivos a medio plazo.