Dietas y Nutrición

6 cualidades de los alimentos dulces y grasos que los hacen irresistibles

No es que seamos débiles ante la tentación, es que estos alimentos están diseñados para hacernos adictos a ellos. Te contamos las claves para saber cómo controlarte.

Redacción Sport Life

7 minutos

6 cualidades de los alimentos dulces y grasos que los hacen irresistibles

Algunos alimentos nos proporcionan sensaciones especialmente agradables y muchos desequilibrios dietéticos están causados por una predilección morbosa hacia alimentos que, al ser consumidos en exceso, favorecen la aparición de problemas de salud. Aquí se produce un conflicto entre el placer inmediato y el daño a medio y largo plazo.

¿Cómo cuesta resistir a la tentación de un plato de pasta con una salsa espesa de queso, o a un suculento helado, aunque sepamos que existen opciones más ligeras y saludables?

Es evidente que los comportamientos adictivos aparecen en torno a cualquier experiencia placentera y el comer es una de ellas.

La personalidad, las experiencias vividas o el desequilibrio entre neurotransmisores cerebrales implicados en las sensaciones de bienestar son aspectos que pueden favorecer la adicción.

El estrés, una mala dieta y la herencia también pueden llevar a la dependencia respecto a ciertos alimentos. Tampoco hay que descartar los aspectos del estilo de vida actual que ayudan a engancharse a determinados alimentos.

Pero hay otros factores en los alimentos grasos y dulces que ponen en jaque nuestra voluntad y nos llevan a elegirlos especialmente. Te contamos 7 cualidades que hacen que algunos alimentos sean muy adictivos:

1. HAY ALIMENTOS ADICTIVOS COMO LA MORFINA

Investigaciones recientes han hallado que ciertos alimentos tienen la capacidad de excitar los centros cerebrales del placer. Esta cualidad los aproximaría a las drogas capaces de generar dependencia.

Por ejemplo, el queso, según los investigadores, es adictivo como la morfina. Una afirmación emblemática de los pioneros en el terreno de los efectos adictivos de los alimentos. Sus argumentos han tenido tanto éxito que están siendo utilizados en Estados Unidos por quienes desean que la "comida basura", una de cuyas cualidades es que resulta adictiva, desaparezca de los colegios o de la publicidad televisiva en horario infantil.

Lo importante es que ayudan a entender por qué muchas personas sienten predilección por alimentos que acaban perjudicándoles, pues están relacionados con:

  • la obesidad
  • las dolencias cardiovasculares
  • la diabetes
  • el cáncer
  • la alteraciones del estado de ánimo.

El chocolate, el queso, la carne y los que abundan hidratos de carbono simple liberan en el centro cerebral del placer sustancias parecidas a los opiáceos (se llama así a la familia del opio y sus derivados, la morfina y la heroína).

Producen una sensación placentera que induce a continuar comiendo y, lo que es peor, si no se satisface el deseo aparece la ansiedad. Por tanto, se puede afirmar que los problemas de salud relacionados con estos alimentos no son la consecuencia de los malos hábitos, la falta de voluntad o la glotonería.

En realidad, que se sienta la necesidad de la dosis diaria de uno o varios de los alimentos mencionados en buena parte es resultado de procesos químicos cerebrales de los que no se es plenamente consciente.

2. AZÚCAR Y GRASA UNIDOS = ANFETAMINAS

El chocolate, uno de los sospechosos tradicionales, ofrece una entera farmacopea, desde sustancias similares a los cannabinoidesde la marihuana, a compuestos similares a las anfetaminas.

Pero la auténtica clave de su efecto adictivo parece ser su combinación de grasa y azúcar. La razón es que ambos nutrientes aportan mucha energía y el cerebro humano se ha especializado a lo largo de la evolución para buscarlos, pues ayudaban a sobrevivir en situaciones de escasez, que eran las normales cuando la humanidad no había aprendido a garantizarse el sustento.

Según una investigación realizada en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), los alimentos ricos en hidratos de carbono simples, como el pan blanco y la repostería, provocan un incremento en los niveles del neurotransmisor dopamina, así como de encefalinas y endorfinas, unas sustancias similares al opio y sus derivados, la morfina y la heroína, que son producidas por el propio cuerpo.

Ambos tipos de sustancias están relacionados con la sensación de placer y son el último eslabón de una cadena: empieza con la llegada a la sangre de glucosa, continúa con la producción de insulina para controlarla y termina aumentando la dopamina y los opiáceos.

No obstante, se cree que el sabor dulce puede actuar también directamente sobre el cerebro. Algunos autores consideran que es la intensidad del sabor, más que las calorías, lo que desencadena las reacciones bioquímicas de la dependencia.

El efecto adictivo se produce igualmente si se sustituye el azúcar por sacarina, que tiene la mitad de calorías.

Además, la grasa y el azúcar actúan como calmantes y reducen la producción de hormonas del estrés. Por eso las personas que lo sufren son especialmente vulnerables a la dependencia.

Los estudios sociológicos confirman los hallazgos. Una encuesta realizada entre 1.244 norteamericanos en el año 2000 reveló que uno de cada cuatro no estaba dispuesto a prescindir de la carne durante una semana aunque se le pagasen 1.000 dólares. Ni el arroz ni la leche, ni ningún otro alimento, despertaba pasiones parecidas.

3. LOS ALIMENTOS GRASOS INDUCEN A SEGUIR COMIENDO

El sistema de los opiáceos cerebrales puede no ser el único mecanismo disparado por los alimentos grasos.

En concreto la grasa aumenta los niveles de galanina, un mensajero cerebral que estimula el hambre y reduce la velocidad del gasto energético. Se teme que los niños que comen demasiadas grasas estén destinados a ser adultos obesos.

El queso es otro de los alimentos capaces de crear adicción.

Su popularidad no es debida exclusivamente a las sensaciones que provoca su textura en la boca -su palatabilidad-, la variedad de excelentes sabores o su alto contenido de ciertos nutrientes beneficiosos para la salud. En realidad tiene mucho que ver con sus cualidades adictivas.

El queso contiene altos niveles de caseína, la proteína de la leche, se descompone durante la digestión y da lugar a compuestos similares a la morfina, denominados casomorfinas que, según se cree, pueden ser los responsables químicos del vínculo especial que une a la madre con el bebé lactante tras el nacinúento.

Una taza de leche contiene unos 6 g de caseína, sustancia que en el queso se halla mucho más concentrada. La intensidad de los efectos de las casomorfinas es diez veces menor que los de la potente morfina.

4. HAY SABORES QUE CALMAN NUESTRA ANSIEDAD

Otro mecanismo que conspira contra la dieta equilibrada afecta a los «termostatos» de sabor. Las personas desean tres sabores básicos, que son:

  1. graso
  2. salado
  3. dulce

La medicina china relaciona las preferencias de sabor y los sentimientos. Según la dietética china, si el organismo se encuentra equilibrado, sano, no se produce una preferencia exagerada hacia un sabor.

  • Ante una apetencia exagerada, interesa moderar el consumo de los alimentos preferidos y reforzar la presencia de otros sabores en la dieta.
  • La incapacidad de dar o recibir simpatía, así como la depresión, la ansiedad y la irritabilidad pueden ir acompañados de una preferencia por lo dulce.
  • El gusto por lo salado indica sufrimiento por miedo.

Pero si se prueban ciertos alimentos sin estar prevenido se puede caer en una peligrosa adaptación que tiene lugar en tres fases:

  1. al probar un alimento de sabor más intenso se produce sorpresa
  2. se busca de nuevo el estímulo hasta que las sensaciones percibidas se hacen normales -lo que antes era muy salado ya no lo parece tanto-. En unas semanas el gusto se habrá adaptado. Cuando alguien se halla en esta fase y prueba un alimento natural y equilibrado parece que no tiene sabor, con lo que tenderá a evitarlo.
  3. se desea experimentar con un sabor aún más intenso o aumentar la frecuencia con que se consume el alimento estimulante.

5. HAY ALIMENTOS QUE NOS PROPORCIONAN CALMA

En muchos casos resultan decisivos los sentimientos.

Quizá se busca en determinado plato gustoso el cariño que nos proporcionaba nuestra madre cuando estábamos enfermos. A lo mejor se trata de calmar una depresión, una ansiedad crónica o una carencia afectiva con un poco de placer oral.

En estos casos, la resolución del problema dietético exige una previa toma de conciencia y la satisfacción de las necesidades emocionales.

6. LA INDUSTRIA ALIMENTARIA EXPLOTA LOS MECANISMOS DE LA ADICCIÓN

No es otro el objetivo del abuso que se hace de tantos aditivos o de la publicidad, que suele provocar en el espectador un placer imaginario a menudo mayor del que el alimento es capaz de producir en la realidad.

El sedentarismo y la comida accesible que abarrota armarios y neveras ponen las cosas muy fáciles a la gula.

En cualquier caso, los estímulos del entorno influyen sobre la regulación de los "termostatos" del sabor o sobre la resistencia individual ante los alimentos tentadores.

La publicidad que bombardea con las cualidades de los productos lácteos, las margarinas, los fritos, los platos preparados o los productos cárnicos ayuda a que no se disparen las alarmas preventivas. Lo peligroso aparece tan bonito que cualquier sospecha resulta infundada.

  • Los fabricantes chocolateros, por ejemplo, conocen cuál es la proporción exacta de gasa y azúcar que provoca el mayor efecto adictivo.
  • Este conocimiento explica por qué se fabrican o promocionan nuevos productos que juegan con los ingredientes adictivos, como por ejemplo las salchichas rellenas de queso.
  • El aumento del tamaño de las raciones es otra prueba de que se intenta satisfacer una necesidad creada de antemano.

Por otra parte, el hambre adictiva puede ser constante pero a menudo se expresa en ciclos. Muchas personas mantienen el control durante el día, pero al caer la noche dan rienda suelta a sus deseos. Otras tienen un ciclo semanal o su hambre se expresa fuera de casa o en las fiestas.

Como en cualquier adicción, la clave para superarla está en resistir "el mono". No importa la manera. Pueden sustituirse los alimentos problemáticos por otros sanos, o incluso por un entretenimiento o un deporte. Después de un tiempo de alejamiento del causante, la adicción desaparece.

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