Los profesionales se posicionan ante el sinsentido que están soportando y se preguntan dónde está el verdadero problema
La preocupación de los profesionales de la actividad física y el deporte sobrepasa un nivel trascendental, y es que en muchas comunidades autónomas los gimnasios llevan cerrados varias semanas y, como tantos otros sectores, el fitness se hunde y las consecuencias sobre la salud se van a notar.
No hablamos de un problema del Gobierno ni del COVID, hablamos de un problema que vas más allá. El concepto frívolo, anticuado y obsoleto que tiene algunos gobernantes y gran parte de la sociedad sobre para qué sirve la práctica de ejercicio físico.
Y lo peor de todo es que la cosa no dicta cambio alguno ya que las bases educativas no consiguen derogar la visión de “el ejercicio físico” como un artículo exclusivo, para los más caprichosos, un servicio de lujo y estética que sólo algunos se pueden permitir.
¿Tiene precio la salud?
Quizás lo más sensato sea explicar a la sociedad los aspectos básicos que necesitan las personas para vivir con salud y hacer entender que sin ella NO HAY VIDA.
¿Sabe la gente que uno de los derechos fundamentales de los seres humanos es el bienestar físico y la salud?
Puede que los profesionales del ejercicio estemos ya acostumbrados al menosprecio que existe hacia nuestra profesión (repleta de intrusismo) a pesar de que exija tantos años de estudio como otras grandes carreras bastante mejor reputadas.
Y es que el sector profesional del entrenamiento sigue sin pertenecer legalmente a la rama de “salud”, ni si quiera en los casos derivados por médicos especialistas a profesionales titulados universitarios.
Si existiera un medicamento para curar múltiples enfermedades se llamaría “deporte”.
Créannos si les decimos que todos los estudios demuestran que el bienestar va siempre de la mano del movimiento físico y que, sin este no existe un posible desarrollo de calidad de vida ni a nivel personal, ni a nivel social y mucho menos a nivel profesional, entonces ¿porqué dan el cierre a los gimnasios si el termino salud va ligado al buen funcionamiento metabólico del cuerpo y este al ejercicio físico?
Debemos entender que ejercitar responde fisiológicamente con adaptaciones necesarias para tener calidad de vida, (huesos fuertes, músculos resistentes, capacidad aeróbica, correcta presión arterial, mantenimiento y mejora del peso corporal, relajación tensiones…) todo aspectos básicos para obtener un buena salud.
Para más inri, estos conceptos tan esenciales se dan por aprendidos o se acarician por encima en el sistema educativo, algo que tampoco ayuda en una sociedad abocada a la obesidad como es la española.
¿No es cierto que para cuidar nuestra salud todos conocemos a gente que asiste a un médico, un psicólogo, un nutricionista, un fisioterapeuta o entrenador personal? Entonces ¿porqué los profesionales de la actividad física nos quedamos fuera? ¿Quién va a hacer nuestro trabajo… los fisios?
De nuevo se plantea este “sinsentido” con la avalancha de la pandemia COVID, en la que se acusa a varios sectores como principales fuentes de contagio, entre ellos las salas de fitness, cuando se ha demostrado no es así.
A los entrenadores personales, licenciados de CAFYD, nos llegan usuarios derivados por médicos de diferentes especialidades: cardiología, traumatología, psiquiatría, ginecología, etc. Todos ellos recetan el deporte como tratamiento y parte de la cura de la enfermedad. Una idea que pertenece un 100% a la salud, que lejos está una vez más, del artículo de lujo que supone ser o tener un entrenador personal.
Como profesionales debemos respetar y comprender el cierre de aquellas actividades en las que más gente se puede aglomerar, pero, qué pasa con aquellas personas que acuden al gimnasio porque están en plena de recuperación de un infarto? ¿o aquellas personas inmersas en una depresión acompañada por obesidad que sólo pueden estar en peligro ante un contagio por COVID?
UCIs repletas y se conoce que el COVID es más agresivo en los casos de sobrepeso y obesidad pero cierran los gimnasios.
Nuestra pregunta ahora es ¿porqué, ante algo tan serio como es la salud, no existe una búsqueda de alternativas? ¿Es realmente la solución cerrar la puerta en las narices a los usuarios de los gimnasios?
Artículo de Maria Rossich, Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y Deporte (Nº colegida: 60.662)