¿Crees que correr es la única forma de perder grasa?
No es la única –ni la mejor– forma, ya que centrarnos solo en el cardio es un enfoque insuficiente.
Lo que haces el resto del día importa más.
Vamos a señalar los dos factores que realmente marcan la diferencia:
1º NEAT
Es un acrónimo de Non-Exercise Activity Thermogenesis –termogénesis producida por actividad fuera del ejercicio– que se refiere al gasto energético que suman todas las actividades diarias rutinarias que no se consideran ejercicio, pero que requieren un esfuerzo físico.
Es el movimiento diario que no es ejercicio como: caminar, subir escaleras, moverte en el trabajo y estar activo durante el día. Todo esto suma más que una sesión de cardio aislada.
2º ENTRENAMIENTO DE FUERZA
El entrenamiento de fuerza aumenta el gasto calórico, incluso en reposo.
Si entrenas fuerza, construyes músculo, aumentas tu metabolismo y quemarás más grasa, incluso en reposo. Muévete más, entrena fuerza y come mejor. Eso quema más grasa que cualquier carrera de 10 km.
¿HAMBRE A TODAS HORAS?
Dentro de tu objetivo de quemar grasa, la alimentación tiene una gran relevancia. Y es que necesitarás mejorar la calidad de los alimentos que ingieres, así como controlar las cantidades. En este sentido, el hambre cumple un papel esencial y no siempre percibimos esa sensación de forma correcta.
No comas siempre que tengas hambre, aprende a identificar los tipos de hambre y come solo cuando realmente lo necesites
Hambre fisiológica:
Es la única que responde a una necesidad real de energía, se produce de forma gradual y se percibe en el cuerpo y no en la mente. Comer calma esa hambre y que es la única que deberíamos atender siempre.
Hambre emocional:
Es el hambre que hoy en día sufren muchas personas, que aparece como consecuencia de la ansiedad, el estrés, el aburrimiento o incluso la tristeza. Se distingue por una necesidad impulsiva y urgente, que suele ir asociada a la ingesta de alimentos calóricos. Comer no resuelve el problema de fondo, lo que necesitamos no es comida, sino gestión emocional.
Hambre visual o sensorial:
Es el hambre que se despierta por un estímulo visual, olfativo o por simple tentación. Se activa al ver, oler o imaginar comida y no tiene nada que ver con tus necesidades fisiológicas. Esto supone comer por estímulo externo, en vez de necesidad interna.
Hambre social:
Es lo que también denomina como "hambre por costumbre", ya que comes porque te toca, porque todos a tu alrededor lo hacen o porque es la hora. Sin embargo, no siempre hay una necesidad real. De hecho, comer de forma automática, sin hambre real, puede desregular el metabolismo.