Muchas son las personas que se quejan de sufrir estrés en el trabajo. En el siglo que vivimos, la palabra estrés aparece directamente relacionada con el ámbito laboral. Si hiciéramos una encuesta sobre quién sufre estrés en el trabajo y quién no, creo que los estresados ganarían por goleada.
El estrés no es lo mismo que la ansiedad, aunque muchas veces se utilicen de manera indistinta.
-Mientras que la ansiedad es la respuesta fisiológica que damos cuando nos sentimos amenazados.
¿Qué nos lleva a sentirnos estresados en el trabajo?
1/ Las demandas de la situación
Muchas personas trabajan más horas de lo que es saludable y se ocupan de más funciones de las que les tocan. Y se sienten desbordadas.
Un hábito de vida saludable que protege mente y cuerpo, es el reparto adecuado del horario. La regla de 8–8–8: 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para repartir entre otro tipo de responsabilidades (comer, ducharte, lavarte los dientes, etc.) y el ocio.
Cuando fuerzas la máquina, al principio te crees capaz de todo, porque el estrés no provoca una enfermedad inmediata, pero sí que produce un envejecimiento celular y el nivel de cortisol que vas generando va dañando tu cuerpo y tu mente. Solo tienes una solución: hacer renuncias. Cumplir con lo que sí es abarcable y dejar lo que no. El miedo a perder el puesto de trabajo lleva a mucha gente a perder la salud, que es bastante más importante.
2/ Sentirte mal dirigido
No hay nada más estresante que un mal líder. Los líderes pueden fallar por distintos motivos, desde su estilo de liderazgo autoritario con el que someten a la gente, la humillan, bajan su autoestima, les provocan dependencia y los anulan, a no saber tomar decisiones, delegar de más, no responsabilizarse de sus funciones o no tener tiempo para despachar el trabajo y supervisar a los suyos.
3/ No estar cualificado
Hay veces que lo que te sobrepasa no es la cantidad de trabajo sino el tipo. Una persona puede ser muy eficaz en un puesto, ascender, tener más responsabilidad y dejar de ser eficaz y capaz. No dejes nunca de formarte, de preguntar, de actualizarte.
4/ La falta de conciliación
Las personas tenemos vida, tengamos hijos o no. La gente tiene que poder compaginar su trabajo con sus aficiones, su descanso, su vida y su familia. En el momento en el que desatiendes una de estas áreas, empiezas a percibir que no estás a gusto, que estás en deuda con los que no pueden disfrutar de ti, te sientes culpable, mal padre o mala madre, y dejas de tener toda la atención en el trabajo.
Cuando estás trabajando piensas que deberías estar dando la cena a tus hijos y cuando estás en casa, piensas que tienes cien correos pendientes de contestar.
Una vida sin conciliación no es una vida completa, y tarde o temprano te pasa factura.
5/ Ningunear los hábitos de vida saludables
Es básico dormir y descansar, comer de forma sana, practicar ejercicio con regularidad y meditar.
Cuando te encierras en la oficina doce horas, ni comes de forma sana ni ejercitas tu cuerpo. Te metes en el bucle y luego cuesta mucho salir. Tómate en serio tu salud.
Uno de los mejores aliados para combatir los síntomas del estrés es la práctica regular de ejercicio físico. Los beneficios son incontables.
6/ Inseguridad laboral
La crisis ha traído consigo una falta de humanidad. Y los tiranos pululan a sus anchas: “Si no te gusta este horario y estas condiciones, tengo un montón de currículos de gente que estaría dispuesta a hacerlo”.
Si no te queda más remedio, apechuga como puedas, pero mientras, ve buscando un lugar de trabajo en el que te respeten como persona y te valoren.
7/ Mal ambiente laboral
Hay lugares tristes, con decoraciones tristes en los que no se valora el trabajo ni la creatividad. Lugares que si desaparecieran con un tsunami, nadie los echaría en falta.
Las plantas, los colores, la música, las risas, la camaradería son elementos fundamentales para sentirte a gusto en el lugar de trabajo.
Mientras solucionas cualquiera de estas patas que cojean, trabaja técnicas de relajación muscular, meditación y cuida tu salud. Por lo menos podrás tener tu ansiedad a raya.