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Una semana de descanso
- Si has estado entrenando con regularidad, tu cuerpo se beneficia de un par de días de descanso y aprovecha para recuperarse y reparar tu musculatura.
- Pasada una semana, sigues encontrándote bien, pero tus fibras musculares ya han empezado a debilitarse y retienes más líquidos de lo normal. No te preocupes demasiado, si vuelves de inmediato a tus entrenamientos, no habrás perdido mucho.
15 días de inactividad
- Tu forma física comienza a disminuir de un modo más evidente y tu resistencia cardiovascular va a ser la primera en notarlo.
- Notarás que esfuerzos que antes no percibías, ahora te hacen resoplar.
Un mes sin deporte
- Estás perdiendo la musculatura y resistencia que habías ganado en los meses anteriores.
- Has empezado a ganar grasa (te mueves menos y además tu musculatura, más débil e inactiva, quema menos durante los tiempos de descanso).
- También es posible que estés más estresado y duermas peor.
Varios meses sin entrenamiento
- La vida sedentaria ha afectado a tu metabolismo, además de quemar menos calorías, es probable que te sientas más fatigado durante todo el día.
- Tu corazón tiene que trabajar más duro con cada latido y tus pulmones no absorben tanto oxígeno como antes.
Un año sedentario
- Te has convertido en una persona sedentaria.
- Además de un aumento en el porcentaje de grasa corporal, pérdida de masa muscular y enlentecimiento metabólico, tienes alto riesgo de llegar a padecer enfermedades como alta presión sanguínea, colesterol alto, diabetes tipo 2, insomnio y depresión.