Vida Sana

El papel del deporte en la salud: aliado del bienestar, no la solución total

Analizamos desde la mirada experta de la psicología deportiva, el impacto que tiene el deporte en la prevención de enfermedades y su rol en un estilo de vida saludable, pero sin ser la "panacea" universal a todos los problemas. Sigue leyendo y verás...

Buenaventura del Charco. Psicólogo sanitario y director clínico de Estar Contigo Terapia, centro de psicología online www.estarcontigoterapia.es

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El papel del deporte en la salud aliado del bienestar, no la solución total

El deporte tiene un evidente impacto positivo en la salud física y mental de las personas. Pocos hábitos pueden ser más beneficiosos que el mismo. Sabemos que ayuda a reducir el impacto del estrés, que mejora y estabiliza el estado de ánimo, que ayuda a soltar frustración o enfado… Además, es de sobra conocido sus implicaciones bioquímicas en el cerebro soltando endorfinas y serotonina y contrarrestando los efectos del cortisol y las catecolaminas, encargadas del estrés.

Todo esto ha hecho que, de forma un tanto reduccionista, se plantee la actividad física y el deporte, como una especie de vacuna o tratamiento psicológico ante problemáticas como la depresión, la obsesividad, la ansiedad y otras dolencias emocionales o mentales.

A lo largo de la historia, el ser humano ha vivido en constante movimiento, adaptado a un entorno que exigía actividad física diaria. Desde una perspectiva evolutiva, este componente se integra de manera natural en nuestro diseño biológico, por lo que resulta lógico entender que movernos —a través del deporte o la actividad física— no sólo favorece nuestra salud corporal, sino también nuestro estado mental y emocional.

La práctica deportiva contribuye a la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que generan sensaciones de bienestar, ayudan a regular el estado de ánimo y reducen la ansiedad. Además, ofrece beneficios colaterales como la desconexión mental, el fortalecimiento del sentimiento de comunidad, la experiencia del momento presente y la posibilidad de superación
personal
.

Un arma de doble filo...

Sin embargo, reducir sus efectos únicamente a una cuestión de química cerebral es simplista: el ser humano es una realidad compleja, atravesada por experiencias, emociones, relaciones y contradicciones.

Es un error común considerar al deporte como una “cura” infalible para los problemas de salud mental.

Aunque es un potente regulador emocional y una herramienta válida para mejorar el funcionamiento cotidiano, no resuelve por sí solo las causas profundas del sufrimiento psicológico.

La evidencia científica muestra que un porcentaje considerable de deportistas de élite sufre trastornos mentales, incluso cuando se encuentran en su mejor momento físico. Esta paradoja pone de manifiesto que el bienestar emocional no se garantiza con la práctica deportiva, por intensa o regular que esta sea.

El deporte puede convertirse en una vía de escape, en un recurso evasivo o incluso en una fuente de autoexigencia malsana si se practica desde la necesidad de validación externa o como mecanismo para huir del malestar emocional.

En estos casos, lejos de ser saludable, puede agravar los problemas existentes, especialmente cuando se asocia a trastornos de conducta alimentaria (TCA), dependencia del reconocimiento social o una identidad construida exclusivamente en torno al rendimiento físico.

La clave está en comprender que el deporte es un recurso valioso, pero no suficiente.

La felicidad, la paz interior y el bienestar psicológico profundo dependen de elecciones vitales conscientes, del valor para afrontar nuestras heridas emocionales y del compromiso con nuestros valores y relaciones.

Cuidar el cuerpo es esencial, pero también lo es escucharlo, no instrumentalizarlo como medio de validación ni imponerle un trato que implique exigencia extrema y autocrítica destructiva.

En definitiva, el deporte debe vivirse como un acto de amor propio, no como una estrategia para acallar la incomodidad interna. Cuando se integra en la vida de manera consciente, libre de presiones y como complemento —y no sustituto— de una vida emocional rica y auténtica, su valor es incalculable. Por eso, es fundamental reconocer sus beneficios, pero también sus límites.

*Sobre el autor:
Buenaventura del Charco

Buenaventura del Charco es psicólogo sanitario y director clínico de Estar Contigo Terapia, centro de psicología online: www.estarcontigoterapia.es

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