Por mucho que entrenes, no rendirás si no tienes una dieta adecuada en cantidad y calidad. Pero no sólo importa lo que comes, sino también cuándo lo comes.
Si entrenas antes de desayunar
- Si estás bien entrenado y haces una actividad aeróbica de una hora de duración como máximo, puedes entrenar en ayunas sin problemas.
- Eso sí, es muy importante que te hidrates bien y resulta imprescindible haber realizado una cena equilibrada la noche anterior con un buen aporte de carbohidratos y proteínas. Por ejemplo, un plato de judías verdes con patatas y pescado.
- Y después de entrenar, asegúrate de hacer un buen desayuno rico en proteínas que repare los daños musculares que puede producir el entrenamiento en ayunas.
Si entrenas después de desayunar
- Si eres de los que no pueden entrenar con el estómago vacío, aunque lo hagan a primera hora de la mañana, divide tu desayuno en dos.
- Haz uno ligero previo al entrenamiento, por ejemplo, un zumo natural, una tostada pequeña con aceite y un té.
- Después de entrenar y ducharte, puedes tomar un aporte de proteínas que te ayude a regenerar tu masa muscular, como unos huevos revueltos.
Si entrenas aprovechando la hora de la comida
- No puedes hacerlo con la energía que te quede del desayuno… necesitas hacer un buen almuerzo a media mañana.
- Puede ser un bocadillo de pan integral con un filete de pollo a la plancha, lechuga y tomate.
- No le eches mahonesa, está buenísimo con un chorrito de aceite de oliva virgen.
- Después de entrenar puedes tomar una ensalada con algo de proteína y una fruta.
Y si entrenas al final del día
- Ocurre lo mismo con la merienda.
- Prueba un cuenco de yogur griego desnatado con frutos secos tostados (no fritos), una gota de miel y una fruta.
- Después de entrenar te bastará con una cena ligera y rica en proteínas para recuperar tus músculos.