La acumulación de grasa en determinadas partes del cuerpo puede ir o no acompañado de sobrepeso. Muchas deportistas tienen acúmulos de grasa en zonas concretas (una de las más habituales es la de los muslos) pero mantienen un porcentaje de grasa corporal bajo a nivel general en el cuerpo.
El Dr. José López Chicharro, Catedrático de Fisiología de ejercicio por la Universidad Complutense de Madrid, en su libro “Fisiología y fitness para corredores” (Editorial Prowellness) hace una diferencia en dos grupos en lo que se refiere a la adiposidad generalizada.
“Por un lado tenemos la adiposidad localizada primaria. Muy relacionada con el entorno hormonal, con alta influencia genética. Suele afectar a la región de glúteos y musculos. Lo que se llama popularmente las “cartucheras”. Por otro, tenemos la adiposidad localizada secundaria. Más relacionada con inadecuados hábitos alimentarios y al sedentarismo. Se suele manifestar en abdomen, flancos, papada, brazos, etc.”.
José López Chicharro deja claro que mientras la adiposidad localizada secundaria responde bien a una combinación de dieta y ejercicio, la primaria es muy refractaria a la dieta y al ejercicio.
No hay una evidencia de que los ácidos grasos sean liberados en mayor grado desde las grasas que están acumuladas junto a los músculos ejercitantes. Un buen ejemplo lo tenemos en un tenista. El brazo con el que juega no tiene menos grasa subcutánea que el brazo no dominante pese a que tener una carga diaria de actividad muscular muchísimo mayor.
Y entonces llegamos a la gran pregunta que se hacen muchos amantes del fitness. ¿De dónde se pierde grasa cuando conseguimos adelgazar? Según todos los estudios la pérdida es homogénea en todo nuestro cuerpo, aunque hay un descenso preferente de grasa en la región abdominal (en concreto en la intra-abdominal), algo que debemos poner realmente en valor ya que esta es la grasa que más se relaciona con la incidencia de enfermedades metabólicas.