Vamos a dejarlo claro desde la primera línea porque los deportistas somos muy cabezones. Necesitamos hacer deporte para sentirnos bien y esto nos lleva en ocasiones a perjudicar nuestra salid con algo que es tan beneficioso como la actividad física. El ejercicio regular, practicado de forma regular y constante ayuda a mantener sano el sistema inmunitario, pero el ejercicio intenso o excesivo puede reducir la eficacia de las defensas y hacernos más suceptibles a la enfermedad, especialmente durante las 72 horas después de la sesión.
Una de las consultas más habituales que me hacéis es que hacer cuando hay gripe, catarro, infección ¿se puede entrenar con gripe?
La respuesta es depende... si no hay fiebre, te encuentras con ganas, una sesión suave, bien abrigado, puede hacernos sentir mejor. Hay una explicación, con el ejercicio aumenta la frecuencia cardiaca, se eliminan más toxinas al sudar, y hay un aumento de temperatura corporal suave, que evita el crecimiento de algunas bacterias y virus, ya que éstas necesitan una temperatura corporal de alrededor de 37ºC para crecer adecuadamente, de ahí que la fiebre sea un mecanismo natural de controlar la infección, pocas bacterias sobreviven a más de 38ºC, ¡cuidado, tampoco es cuestión de hacerse el valiente y no controlar una fiebre alta! Luego cada uno tiene que aplicarse los estudios médicos a su entrenamiento y si hay que ir al médico y/o meterse en la cama, no tiene sentido salir a entrenar.