1. Hazles hueco
Uno de los motivos por los que no consigues iniciarte en tu objetivo es la falta de espacio.
¡No hay sitio!
¿Cuándo voy a correr, cuándo me apunto al gimnasio, cuándo saco un rato para leer?
Si quieres introducir una actividad nueva en tu vida y realmente no tienes tiempo, elimina alguna otra que te aporte menos.
Puedes empezar por ver menos la televisión, levantarte media hora antes u optimizar el tiempo que inviertes en redes sociales, etc.
2. Empieza por la pasión
De todas las cosas que tendrás que cambiar, empieza por lo que te emocione. Es más fácil cambiar un hábito en tu vida si la nueva propuesta te engancha. Te dará seguridad y confianza para emprender posteriormente otras actividades que te apetezcan menos.
3. Búscale el sentido a los objetivos que te ilusionen menos
Hay objetivos que uno se marcan por obligación pero apetecen poco, como mejorar alguna capacidad profesional que te permita acceder a otro puesto de trabajo. Así la motivación no está en el objetivo en sí, sino en cómo puede mejorar tu calidad de vida.
4. Marcar objetivos a corto plazo
La sensación de tener que hacer algo nuevo puede hacer que parezca complicado. Empieza mirando de cerca, a corto plazo, por un semestre o, incluso, por una semana.
5. No te excuses en la pereza
La pereza no tiene forma, ni color, ni textura, ni peso, no tiene nada. Es un concepto al que nosotros hemos dado valor, al que echamos la culpa de nuestra inactividad. Cuando te digas a ti mismo, ¡uf, es que me da pereza! Contesta simplemente, ¡imposible, la pereza no existe! Y actúa como si no la tuvieras.
6. Planifica y calendariza
Anota tu objetivo en tu agenda y márcalo con fosforito. Debes anotar los días que vas a practicarlo, el horario y calcular el tiempo de desplazamiento, de tal forma que en ese hueco no anotes nada incompatible.
7. Refuerza cada paso y cada aproximación
No se trata de conseguir el objetivo completo, sino de conseguir un cambio de actitud. Si valoras el esfuerzo, por pequeño que sea, mañana te sentirás confiado y volverás a intentarlo. Son los pasos los que te llevan al final del camino.
8. No te critiques los días que falles
Trátate de forma amable y busca el porqué no fuiste capaz de involucrarte con tu propósito. Las soluciones te dan pistas y pautas para corregir. Centrarte en “no eres capaz y no tienes constancia” no te aporta nada.
9. Trabaja tu paciencia
Todo cambio de hábitos necesita tiempo. Incluso dedicándole más horas al día no siempre aceleras los resultados. Mucho menos si se trata de actividad física. Respeta los tiempos que te diga tu maestro y disfruta del momento. Cada día te irás encontrando mejor.
10. Acepta las emociones incómodas
Incómodas no significa que sean peligrosas ni limitantes. Cuando una persona se inicia en una nueva actividad puede sentir frustración, incertidumbre, ridículo, cansancio o inseguridad. Y todas esas emociones son normales.
Si tratas de que todo te salga perfecto para sentirte bien, terminarás abandonando.
Deja la exigencia para otro momento. Ahora solo acepta cómo te sientes y deja que estas emociones formen parte del recorrido. Puedes incluso saludarlas antes de salir a correr "buenos días frustración, igual hoy conseguimos correr un pelín más y te dejo descansar después del entrenamiento. Igual hasta te soy infiel con la alegría".