La secreción de endorfinas, la hormona del bienestar es una de las principales razones.
¿Y tú, eres adicto?
Hay varias “pistas” que te pueden hacer saber si sufres de esta fiebre.
Te olvidas del dolor
Si tienes una lesión y a pesar de ello quieres seguir entrenando o no eres capaz de aguantar hasta el final del periodo de rehabilitación puedes tener un problema. Las lesiones exigen un tiempo de recuperación y si no pueden hacerse crónicas.
El resto no importa
Para un adicto lo más importante es la sesión de ejercicio de cada día y no la cambian por nada, incluyendo aspectos como la familia, los amigos o el trabajo, que son vistos a veces como “obstáculos”. Si piensas que lo principal es el deporte tienes que empezar a plantearte que hay otras cosas en la vida.
Lo pasas mal
Si no te ejercitas tienes molestias, te duele la cabeza, te disminuye el apetito, estás más irritable y duermes peor. Además te sientes culpable por no moverte.
Te crees invencible
Los adictos piensan a menudo que nunca se van a poder lesionar e incluso dejan de hacer estiramientos y calentamientos progresivos “para no perder tiempo”. Que no hayas tenido alguna lesión importante hasta ahora no significa que no te pueda pasar a partir de ahora.