Para la mayoría nuestro momento del gimnasio es nuestro rato sagrado, ese en el que hemos conseguido cuadrar todas nuestras obligaciones casi como por arte de magia y hemos logrado extraer ese momento para nosotros, pero... ¡siempre viene algún aguafiestas maleducado a fastidiarlo! Te dejamos un décalogo (abajo 5 y en este artículo las otras 5) con comportamientos y actitudes del gimnasio que estás en tu derecho de que te molesten y que debes evitar para no incordiar al resto, ¡toma nota y entrena en paz!
1. Meter prisa para usar una máquina y luego no esperar
Está bien preguntar cuánto le queda, en un descanso de serie, claro, pero lo que no está bien es preguntar esto, hacer que el compañero se dé cuenta de que te queda ese ejercicio, se meta algo más de prisa para acabar y no ser desconsiderado contigo, y cuando eso pase tú te hayas ido ya tan tranquilo a hacer otro ejercicio.
Si preguntas y te quedas esperando un rato a que acabe, que sea para hacer ese ejercicio, si no es quizás tenías más opciones antes de molestar a ese compañero.
2. ¿Eres entrenador? ¿No? ¡Pues no vayas de profesor!
Si eres mujer te habrá pasado más de una vez, porque esto es así, seguro que no tienes ni idea de cómo se debe entrenar y necesitas la ayuda urgente de un caballero que te enseñe la técnica antilesiones. A ver, chicos, en la sala del gimnasio hay técnicos especializados que en el caso de que esa “damisela en apuros" esté desarrollando una técnica lesiva, se acercarán ellos a indicarle cómo debería hacerlo.
He puesto este ejemplo porque suele ser muy habitual “malcreer“ que los conocimiento de fitness se encuentran más fundados en los cerebros masculinos, pero lo mismo ocurre cuando se trata de hombres fuertes,¡si no eres entrenador, no entrenes!
3. Usar la sala de fitness como tu club social
Está muy bien hacer amigos, pero al gimnasio no se va hacer tertulias, se va a levantar hierros, una cosa es comentar un poco la jugada con tu colega, o entrenar juntos, y otra bien distinta es monopolizar una máquina y no acabar en 15 minutos porque lleves descansos eternos contándole tu vida al de al lado, no estás entrenando, para eso vete a un bar y ponte al dái con tu colega con una buena cervecita, eso sí, sin alcohol.
4. Hacer superseries cuando el gimnasio está hasta los topes
Reconozcámoslo, ni tú ni yo somos ni Lydia Valentín ni Matt Fraser, si un día tienes que usar dos máquinas en superserie y ves que el gimnasio está a tope, ¿de verdad es tan importante que por ese día monopolices dos máquinas a la vez en hora punta? Dale una vuelta, somos populares de la fuerza, no vivimos de esto, la superserie puede esperar y haciendo ese gesto estás permitiendo que compañero pueda empezar o acabar antes su entreno, ¡sé solidario!
5. No tener cuidado con la integridad física ajena
A todos nos puede pasar una accidente que acabe con la mancuerna que estábamos usando en el pie del vecino, es cierto, pero por eso debemos tener especial cuidado tanto mientras realizamos los ejercicios, como cuando desplazamos el peso, es demasiado fácil golpear a alguien si desplazamos la barra sin hacer una adecuada gestión del espacio, vamos, si vamos por la sala de fitness como pollo sin cabeza.