Barcelonés, nacido en marzo del ’64, Juanjo Méndez (bautizado por él mismo como “el cojo cabrón en su cuenta de Instagram) es uno de esos ejemplos de superación que nos encanta traer a las páginas de Sport Life. Tenía 12 años cuando empezó a salir en bici con su padre y dos después comenzó a competir. Estuvo a punto de pasar a profesionales “pero al conseguirlo perdí la ilusión. Cada día que montaba era un sacrificio y dejé el ciclismo completamente". Empezó trabajar como transportista de una ortopedia (“y mira como acabé", nos dice con gran sentido del humor") hasta que llegó el día que marcaría su vida en agosto de 1992. “Sufrí un accidente de moto. Me dieron por muerto. Estaba tapado con la manta que ponen a los fallecidos cuando un Guardia Civil se dio cuenta de que me movía. Me dieron un masaje cardíaco de más de media hora y hasta 48 litros de sangre le pusieron durante su estancia en el hospital. Después de 20 días en coma al despertar vi que me habían amputado un brazo y una pierna. Engordé hasta pasar de 100 kilos (ahora peso apenas 60) y no me podía ni levantar de la silla. Un día ví una foto mía antigua y no me reconocía. Ese fue el detonante".
A Juanjo todavía se le ponen los pelos de punto al recordar el día que su amigo Bernat Moreno le convenció para ir al Velódromo de Horta. “Esa primera pedalada, cuando vi que podía ir en bici, es uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Lo que más me dolía no eran las piernas sino el brazo de aguantar el peso con aquel barrigón que tenía". En el 96 ganaba el primer campeonato de España y pese a que en el primer mundial en Estados Unidos “nos dieron por todos lados", se puso a entrenar en serio hasta acumular un palmarés con una medalla de plata y dos de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008. “Ser olímpico, vivir la experiencia de entrar en el Estadio lleno a tope, y haber llevado el maillot arcoíris de campeón del mundo ha sido lo que más me ha llenado de mi carrera deportiva".
Una carrera a la que no quiere poner fin. “Seguiré compitiendo mientras pueda. ¡Y que quiera ganarme tendrá que sufrir!". Aunque Juanjo nos dice que le llena tanto enseñar a la gente que llega al club que ganar una medalla. “Muchos al verme me dicen directamente que si yo puedo, ellos también o “a mí me faltan menos cosas". Y yo les digo, “pues, venga, súbete a la bici".
Juanjo lleva una BH adaptada con lo que él llama el “cucurucho". “Me sirve para apoyar el muñón y me permite ir centrado. Antes de tenerlo la espalda me dolía mucho. Además, sólo llevo la mitad del manillar (así evito riesgo de caídas cuando voy en grupo), doble freno en la misma maneta (adaptado para que siempre dé más potencia al de atrás) y el cambio electrónico. Antes íbamos con el del puño, tipo Vespa, que me provocaba tendinitis".
Juanjo se despide dándole las gracias a esa sencilla máquina. “La bici ha sido y será mi vida. Nunca pensé que llegaría así a los 56 años, pensaba que estaría en una silla de ruedas".