Podría decirse que el mundo del fitness se divide en dos grupos: por un lado está el núcleo duro, esos que no se saltan ni una sesión y vigilan constantemente sus resultados; esos que se preguntan cómo sobrevivirán cinco días sin entrenar cuando pillan la primera gripe de la temporada.
Por otra parte están los “volubles”, que pertenecen a un número infinito de microcosmos, desde los eternos soñadores que abandonan a las primeras de cambio si no ven resultados al instante, hasta los del “hoy no, quizás mañana”, o aquellos que hacen 5 minutos de ejercicio y descansan 20 minutos. Es una forma de actuar de la que nos esforzamos por salir. Un marco mental para el que es difícil encontrar una vía de escape: el deporte es bueno para nosotros y el cuerpo necesita moverse para estar sano.
No esperes resultados de golpe
Las primeras semanas de trabajo son las más críticas, porque es el momento en el que la motivación corre el riesgo de sucumbir al peso de la fatiga y la ilusión de que solo necesitamos un par de semanas para conseguir los objetivos. Empecemos por desterrar la idea de que todo se consigue al instante (es malo para la autoestima) y volvamos a la realidad. Los resultados llegarán, pero solo con trabajo constante y dedicación. Por eso es crucial marcarse objetivos intermedios: perder unos cuantos kilos en los primeros meses y poner un peso en la barra que sea razonable, pero, sobre todo, proporcional a nuestras capacidades. En resumen: lo mejor está por venir... pero despacio.
Elige el entrenamiento adecuado para ti
No caigas en la trampa de subestimarte y pensar que lo tuyo no es entrenar. Siempre hay algo adecuado para cada uno de nosotros, así que pongámonos a prueba. Elige una disciplina deportiva con la que te sientas a gusto: la actividad física es como la ropa, tiene que sentarte bien para que te la pongas con comodidad y asiduidad. No tiene sentido tratar de meterte en una prenda que te está estrecha o que no va con tu estilo.
La clave para perseverar en las sesiones de entrenamiento reside en hacer lo que te gusta. No es una buena idea sentir que tienes la obligación de entrenar, ni es realista intentar continuar con un deporte que te aburre. Hay muchos mundos en el universo del fitness, nuestro trabajo es encontrar el que más nos guste. Lo importante es recordar que todo el mundo es diferente, así que debemos centrarnos en nosotros mismos y no en la persona que tenemos al lado, que puede tener un metabolismo diferente del nuestro (¡normalmente mejor!). Si tu objetivo es perder peso, no te peses todos los días: no tiene sentido y es muy desalentador. Los resultados requieren constancia y, por esta razón, es buena idea esperar al menos un mes entre una medición y otra.
Por qué juntos es mejor
¿Quién mejor que aquellos que sudan, trabajan y entrenan a nuestro lado para entendernos y apoyarnos en cada sesión? La lucha por conseguir un buen estado de forma es una batalla que, en ocasiones, es difícil ganar en solitario. Por ello, tener uno o varios aliados al lado puede ser una buena estrategia para entrenar de forma constante, un equivalente del nirvana del fitness, aunque menos espiritual. Trata de buscar un amigo u otra persona que te acompañe en tu rutina de entrenamiento. Así tendrás menos sensación de soledad y más motivación.
No subestimes la importancia del entorno
El entorno nunca ha sido un factor secundario: correr entre las palmeras de una playa mientras el sol nos acaricia el rostro está a años luz de correr atravesando la niebla en algún suburbio de una gran ciudad. Por esta razón, tanto si entrenamos en un centro de fitness como en cualquier otro entorno indoor o al aire libre, es fundamental encontrar un lugar que refleje nuestras necesidades, donde nos sintamos cómodos.
Otro elemento importante del decorado es la música. Da igual si eres fan de AC/DC o te va más el pop, sean cuales sean tus gustos, lo importante es que la música te estimule y te ayude a trabajar al ritmo correcto, a abordar el entrenamiento de la mejor forma posible. ¡Imagina el aburrimiento de correr sin la banda sonora adecuada!
Cambia las cosas lentamente
Tan pronto como empezamos a entrenar, firmamos un acuerdo tácito con nosotros mismos que nos conduce a creer que, de ahora en adelante, nunca cederemos a la tentación. Pero, lamentablemente, todas esas buenas intenciones están destinadas a convertirse en humo en el primer cumpleaños o fiesta de graduación a los que nos invitan.
Un buen entrenamiento es una pérdida de tiempo si después nos atiborramos de comida basura, y, por otra parte, también es poco probable que abandonemos de golpe nuestros antiguos hábitos. Lo mejor es que nos enfrentemos a nuestras malas costumbres con constancia y las cambiemos poco a poco. Esto hará que nos cueste menos abandonar los hábitos poco saludables. Cambiar poco a poco la alimentación es siempre mucho mejor que recurrir a dietas drásticas y te ayuda a mantener tu nuevo régimen a largo plazo.
Tu ingrediente secreto
Lo admitimos, no hemos sido del todo sinceros: hemos dicho que solo teníamos cinco mandamientos, pero cada uno de nosotros es diferente de los demás, así que nos gustaría que hubiese un sexto mandamiento personal, uno que cada uno elija por sí mismo. Solo nosotros conocemos de verdad nuestro propio yo y, por tanto, solo nosotros podemos descubrir el último ingrediente secreto que hará única nuestra rutina de entrenamiento y, sobre todo, hará que sea constante.