Hemos entrado en un momento en el que parece que no eres nadie si no llegas a la medalla de finisher. Y cuando llegas a esa ya tienes que estar pensando en otra que suponga un reto mayor. Por supuesto que marcarnos retos deportivos nos hacen crecer y sentirnos más vivos pero las metas no son cosas inflexibles diseñadas para hacerte sentir mal.
Si no logras tu meta exactamente como la habías programado, no se acaba el mundo. No queda tan bonito como los mensajes de motivación de las marcas, pero hay que decirlo claro: tenemos que ser capaces de entender que no se puede conseguir todo en la vida. Lo que sí está en nuestras manos es elegir la manera de reaccionar a las situaciones que se nos presentan. Y hay ocasiones en las que una retirada es una victoria. Cuando aprendes a decir hasta aquí he llegado hoy (aunque suponga renunciar a una medalla de finisher para la colección) es cuando has entendido cómo funciona el deporte y el papel que debe jugar en tu vida.
No quiero decir con esto que tengamos que ser conformistas. Todo lo contrario. Yo abogo por tener un compromiso contigo mismo para avanzar cada día lograr llegar hasta ese lugar donde están guardados tus sueños.