Pero también ha tenido su cara oculta. Se ha potenciado la adicción tanto a internet como as las redes sociales. Como pasa con muchas otras cosas, incluído el deporte, en la dosis correcta cura y si te excedes con la cantidad quitan salud. La pandemia nos ha llevado a que muchos días vemos el mundo a través de una pantalla. Y esto tiene un precio en nuestra salud física, mental y emocional. Ni siquiera nos deja descansar bien, algo decisivo para mantener a tope nuestro sistema inmunológico ante el Covid, ya que seguir conectado en la noche interfiere en la producción de metalonina y nos hace dormir peor.
Por si fuera poco, la tecnología tiene un alto coste medioambiental. Un informe de Greenpeace concluye que si Internet fuera un país sería el sexto más contaminante del mundo. La red absorbe el 7% de la energía que se consume y genera el 2% de las emisiones de C02.
Sin duda el deporte es una herramienta fantástica para poder equilibrar nuestro estrés tecnológico. Nos pone en contacto con la naturaleza, aumenta la producción de endorfinas que nos hacen sentirnos bien y mejorar nuestro estado de ánimo. Es cierto que ahora sin competiciones que son esos retos que nos enganchan, con muchos gimnasios, piscinas o polideportivos cerrados o muchas restricciones de uso, cuesta un poco más salir a hacer deporte cada día pero por nuestra higiene mental tenemos que hacerlo aunque sea sencillamente correr un cuarto de hora por el barrio y hacer unos fondos.
Y a la vez, hacer un poco de dieta digital. La que sea posible hasta sentir que eres tú quién controla a tu móvil y al resto de dispositivos y no al revés.