Ahora que podemos salir para practicar deporte en nuestras ciudades nos estamos encontrando con una situación idílica, no conocida en la última década, pero todos nos tememos lo peor: con la levantada del confinamiento los niveles de polución volverán a subir y deberemos estar alerta para saber por dónde es mejor correr o montar en bicicleta.
Resulta curioso ver cómo en una misma ciudad, de manera especial en las de mayor superficie, puede haber diferencias abismales entre distintos barrios, por lo cual es interesante conocer la calidad del aire de cualquiera de ellos. En este gráfico podemos ver cómo se encuentran las estaciones de mediciónambiental de nuestro país en 6 de abril, casi dos meses después del confinamiento, a las 9:00 de la mañana:
La bajada con el confinamiento
La red se ha llenado durante las últimas semanas de fotografías que ilustran cómo multitud de ciudades han abandonado su color grisáceo debido a la descontaminación del aire derivada la paralización de la industria y del transporte. Este efecto, uno de los escasos positivos del letargo en el que la epidemia del coronavirus ha sumido al mundo, ha dado un nuevo motivo a parte de la comunidad científica y política a hacer una llamada para avanzar hacia un modelo económico más sostenible una vez cese la epidemia.
El dióxido de nitrógeno (NO2), originado durante las combustiones fósiles, es uno de los principales contaminanes del aire de las ciudades y responsable de muchas enfermedades respiratorias. Esta infografía, con información recoge sus niveles durante la primera quincena de abril de este año y de 2019 en un conjunto de urbes. En todas las aquí mostradas, el coronavirus ha ocasionado un aire más libre de este compuesto químico, en algunos casos con una gran diferencia. Sin embargo, en una de ellas, en Wuhan, parece que, con la vuelta a la normalidad, el valor vuelve progresivamente a alcanzar los valores normales de 2019.
¿Conoces cuál son los contaminantes?
Seguramente has escuchado que, de manera genérica, la contaminación está alta o baja, pero es necesario delimitar qué tipo de contaminante es el que predomina para poder actuar en consecuencia.
A continuación te hacemos un resumen de los contaminantes que suelen detectar las estaciones meteorológicas instaladas en los puntos clave de nuestras ciudades (dependiendo de los sensores instalados en cada una de ellas) y en las más importantes del mundo.
La ubicación de estas estaciones responde a decisiones geoestratégicas de los gobiernos, y no significa que donde no hay estaciones es que no existe contaminación.
La incidencia que tienen estos contaminantes sobre nuestra salud es diversa, y en este artículo hemos resumido lo que publica el Institudo para la Salud Geoambiental.
Estos son los contaminantes que se analizan de manera habitual:
PM: El material particulado engloba una gran variedad de compuestos que varían tanto en sus características físico-químicas, como en su origen y vías de formación. Las redes de control determinan aquellas partículas de menos de 10 µm de diámetro, denominadas PM10, que son las que presentan una mayor capacidad de acceso a las vías respiratorias y por lo tanto mayor afección a las mismas. Dentro de la fracción PM10, las partículas más pequeñas (menores de 2,5 µm, PM2,5) se depositan en los alvéolos, la parte más profunda del sistema respiratorio, quedando atrapadas y pudiendo generar efectos más severos sobre la salud.
O3: El ozono es un contaminante secundario que se forma mediante la reacción química del dióxido de nitrógeno (NO2) y compuestos orgánicos volátiles (COV) en presencia de la luz solar. Es un gas tóxico que, a concentraciones elevadas, afecta al aparato respiratorio irritando las mucosas, pudiendo llegar a producir afecciones pulmonares severas.
NO2: El dióxido de nitrógeno se relaciona con diversas enfermedades de las vías respiratorias como disminución de la capacidad pulmonar, bronquitis agudas, asma y se considera el culpable de los procesos alérgicos, sobre todo en niños. Se ha relacionado las exposiciones crónicas a bajo nivel con el enfisema pulmonar. Las personas con problemas previos de asma o alergias son más susceptibles a sufrir problemas con exposiciones a menor concentración de NO2 que personas sanas.
SO2: el dióxido de azufre en cantidades altas causa los siguientes efectos: inflamación de las vías respiratorias, irritación ocular por formación de ácido sulfuroso sobre las mucosas húmedas, alteraciones psíquicas, edema pulmonar, paro cardíaco, colapso circulatorio y queratitis.
CO: el monóxido de carbono en cantidades altas causa dolor de cabeza, mareo, sensación de desvanecimiento y cansancio. A niveles más altos la exposición al monóxido de carbono puede causar somnolencia, alucinaciones, convulsiones y pérdida de conocimiento.