El objetivo de consumir hidratos de carbono durante el entrenamiento es el de producir un ahorro de glucógeno muscular y hepático, de esta forma se tendrá mayor capacidad para rendir más durante más tiempo.
Esta estrategia es una ventaja para especialidades de resistencia donde existe una depleción importante de esta vía energética, pero en el entrenamiento de fuerza donde los esfuerzos con cortos e intensos la cosa cambia ya que cambian las vías energéticas para una contracción muscular localizada e intensa.
La fosfocreatina es la vía más rápida, capaz de suministrar el aporte de energía para la contracción muscular durante 2-4 segundos, por lo que si trabajamos en rangos de fuerza máxima, éste será el sistema predominante junto con el glucógeno, ya que éste es necesario para resintetizar la fosfocreatina.
En un entrenamiento de fuerza con un volumen moderado como es un entrenamiento clásico de musculación con 4-5 ejercicios, se llega a producir una depleción del 24-40% en los niveles de glucógeno muscular. Por tanto a priori no es necesario reponer las reservas de glucógeno inmediatamente ingiriendo carbohidratos ya sean simples como maltodrextrinas o complejos en forma de fruta o barritas.
En resumen, está comprobado que ingerir carbohidratos durante el entrenamiento no disminuye la oxidación de ácidos grasos, no supone un beneficio en aumento de fuerza durante entrenamientos cortos e intensos, sin embargo en situaciones de larga duración sí que permite un mayor volumen de entrenamiento debido al ahorro de glucógeno muscular y la disminución de la producción de glucosa hepática (protección muscular).