Noticias

La verdadera historia del Spiderman corredor

Abel Fernández Mendivil, un superhéroe de carne y hueso

Fran Chico

1 minuto

Abel Fernández Mendivil en Times Square tras correr el Maratón de Nueva York.

Abel es un corredor único. Y no por sus marcas o por sus pódiums. “De pequeño no competía en nada pero iba siempre corriendo. Al colegio, a por el pan…”, nos cuenta. En 2007 hizo el primero de los 100 maratones que tiene en las piernas (se hizo centenario el primer domingo de diciembre en Valencia). Fue precisamente al cumplir su maratón 50 cuando se dijo que quería dar un fondo solidario. Y lo hizo con una asociación que nacía entonces, Montes Solidarios, con los que dos semanas antes había colaborado para subir con al Monte Gorbeia a personas con diversidad funcional. “Me hice voluntario para ser guía con ellos y he creado una asociación, Ezina Ekinez Egina, para hacer lo mismo en Amurrio”.

Su vida como “Spiderman” nació por esas cosas entre amigos “no hay para ir a la carrera todos disfrazados”. “Yo no había visto ni una película de Spiderman, pero entré a la tienda, ví que era cómodo para correr y ahora casi me veo raro sin él. Animo a los niños que están ingresados, en los cumpleaños, en la pandemia no daba abasto a grabar vídeos”.

 

Abel (44 años) está siempre en primera línea cuando hay una causa solidaria, siempre buscando conseguir fondos y dar visibilidad a las enfermedades raras. No sólo ayuda a conquistar montañas a personas con ELA como nuestro querido José Luis Capitán en el Angliru, también hace maratones empujando las sillas de la gente maravillosa de AEFAT que permite que jóvenes con ataxia telangiectasia también sean finishers de un maratón, “Se levantan siempre con una sonrisa, cada maratón con ellos es una gran lección de vida. Cuando estoy en un ultra, de noche, son mi mejor motivación. Pienso en ellos y me doy cuenta de que yo estoy allí porque quiero, que no tengo nada de lo que quejarme”.  El Spiderman runner también hace cosas de superhéroes como cuando hizo el Trail del Aneto, 105 km y 7600 metros de desnivel, con unas zapatillas que le quedaban un par de números pequeñas. “Me despisté y me llevé las zapatillas de mi hermano; cuando llevaba la mitad de la prueba ya pudieron darme unas que me valían en un avituallamiento”. El Spiderman vasco ha llegado a terminar una prueba de 200 km con 11.000 de desnivel positivos.