La Semana Blanca en Pirineos ha resultado este año un tanto diferente a otras temporadas. La primera sorpresa fue ver menos gente en las pistas que en otras ocasiones…. Y no hizo falta más que girar la cabeza 180º para descubrir alguna de las posibles razones. Tan sólo se atisbaba nieve en las principales pistas, pero no en el resto de las caras de las montañas.
El informe sobre el estado de las pistas elaborado a través del programa Copernicus de la Unión Europea señala que en un futuro (más que cercano) algunas estaciones de deportes de invierno podrían reducir sus días de apertura hasta un 40% de lo que venían fijando en sus calendarios hasta la fecha.
Y es que los días de frio y nieve se reducen a pasos agigantados en las otrora cimas blancas del mundo. Con ello, las estaciones de esquí se han ido reinventando en la última década con actividades de primavera y verano, pero ahora también van a tener que pensar en el propio invierno. Ahí surge la necesidad de recurrir a la tecnología, pero generar suficiente nieve artificial con cañones para un gran centro de esquí es algo en exceso costoso.
¿Tiene sentido hacer de una montaña un espacio no sostenible en aras a la saludable y placentera actividad deportiva?
Por otro lado, mantener las estaciones sin la inestimable ayuda de las nubes descargando frecuentes copos requiere de dos elementos que también escasean en la era actual: el agua y la energía. ¿Tiene sentido hacer de una montaña un espacio no sostenible en aras a la saludable y placentera actividad deportiva? ¿A qué precio quedarán los ya prohibitivos forfaits?
Difícil ecuación. Dándole vueltas estaba a esto cuando un temporal de nieve hizo su aparición en el Valle de Arán. Salvado por la campana…. o más bien por la nevada. Pero sin duda volveremos a plantearnos lo mismo cuando torne a subir el termómetro en pleno mes de febrero.