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Corazón de campeones: hablamos con Ruth Beitia y Saúl Craviotto

Hoy hemos estado en la sede de Caser Seguros que lanzó ante de los Juegos la preciosa campaña “Corazón de Campeones" y hemos estado junto a cuatro de los deportistas que recibieron los latidos de aliento de los aficionados españoles.

Fran Chico / Foto y vídeo Rafa Gómez

4 minutos

Corazón de campeones: hablamos con Ruth Beitia y Saúl Craviotto

Hoy hemos tenido una de esas oportunidades únicas para los que amamos del deporte. Tener al  alcance de la mano medallas de oro, plata y bronce olímpicas, con todo el esfuerzo, sacrificios e ilusiones que sus brillos reflejan. Tres de los deportistas con los que nos hemos encontrado tocaron la gloria en los Juegos de Río: Ruth Beitia y Saúl Craviotto lograron el oro y Joel González, que venía de ser campeón en Londres cuatro años antes,  que logró un tercer puesto con un valor muy especial tras conseguir recuperarse de la rotura de su rodilla. Junto a ellos el canario Andrés Mata que fue diploma olímpico, con récord de España incluido, en halterofilia.

Con ellos pudimos departir durante un buen rato y nos hicieron llegar sus reflexiones. Saúl, nos contaba que “lo mejor de los Juegos ha sido volver y ser consciente de lo que hemos hecho disfrutar a toda la gente”. El piragüista afincado en Asturias, doble medallista en Río, policía nacional de profesión, reflexionaba que “los Juegos se ven una vez cada cuatro años, pero para nosotros son todos los días. Tienes que luchar cada día para ser primero el mejor de tu país, luego el mejor de Europa, del mundo… Ojalá nuestros deportes tuvieran más seguimiento; está claro que a todos gusta el fútbol pero sería necesario abrir el abanico de cultura deportiva en nuestro país”.

Saúl destacaba de su deporte “sobre todo la oportunidad de hacerlo al aire libre, la oportunidad de remar en ríos, embalses, a mar abierto; yo sigo enamorado de la sensación de volar sobre el agua”.

Sobre el balance de Río, Craviotto nos contó que ha visto las dos caras del deporte en muy corto espacio de tiempo. “Ha sido mi peor y mi mejor año a la vez. Un pequeño desequilibrio en una prueba tan corta como la mía, 200 metros, hizo que no entrará en la final del Mundial y no pudo conseguir mi plaza hasta sólo dos meses antes en el preolímpico. Eso te desestabiliza la cabeza y estuve a punto de tirar la toalla. En este punto mi mujer, toda mi familia, y patrocinadores que te apoyan como Caser, fueron claves para seguir luchando y llegar la medalla. ¿La sensación al ganar? Una mezcla de alivio y felicidad, un premio para tantas mañanas de invierno pasando mucho frío en el agua”.

Ruth Beita lo primero nos confirmaba que “sigo como mínimo un año más”. La atleta cántabra lograba en Río el sueño de su vida que empezó en Barcelona 92. “Mi padre fue el primer olímpico, fue juez de atletismo allí. Yo soy la quinta de cinco hermanos y todos han hecho atletismo. Yo he vivido cuatro Juegos. En Atenas no fue finalista, me faltaba experiencia. En Pekín fui séptima y en Londres, en los que yo pensaba que eran mis últimos Juegos, fui cuarta, viví el momento medalla de chocolate. Iba primera pero quitaron en los últimos saltos. Decidí dejar la competición pero a los tres meses ya me picó el gusanillo. Ahora ya no llevaba piedras en la mochila, volvía al deporte para disfrutar, por pasión por el salto de altura, que es pura adrenalina”.

El regreso no ha podido ser más triunfal. Hoy Ruth traía consigo no sólo su medalla de oro olímpica; también la medalla de campeona de Europa y el trofeo de la Diamond League. Y ya tiene un nuevo sueño. “¡Nunca he sido campeona del mundo”!. Luchará por ello mientras se hace a su nueva popularidad. “Un día bajé al supermercado del barrio y tardé una hora en poder salir. Yo me decía: “¡si soy la misma vecina de siempre! “

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Joel González empezó en el gimnasio siguiendo los pasos de su padre, “que era un loco de las artes marciales. Con unos ahorrillos montó un gimnasio y allí aprendí yo los valores de mi deporte (disciplina, respeto, compañerismo) que es más importante que la técnica de dar o esquivar patadas. Me formé como deportista y como persona”. Joel, que estuvo a punto de dejar los estudios ya en segundo de la ESO (“cuanto me alegro de que mi madre no me dejara; ahora tengo una carrera de criminología y un master”) ganó el oro en Londres pero esta vez lo ha tenido mucho más difícil. “Por un lado afrontaba un cambio de peso, pero lo complicado fue lo de la rodilla, me rompí el cruzado el año después de ganar en Londres”. Siete meses en el dique seco, hasta seis horas de fisioterapia diaria, hasta llegar a Río dónde volvía a jugarse cuatro años en un día. “En mi deporte todo se juega en un día. Si pierdes en el primer combate, cómo llegaste te fuiste. El día de los Juegos apenas podía levantar la pierna pero me sobrepuse y pude volver al podio. En ese momento el reconocimiento te llega de golpe. Te das cuenta de que hay gente que no te conoce y que se ha levantado a las tres de la mañana para verte luchar por esa medalla para España”.

“¿Y si hubieras perdido la lucha para el bronce?”, le preguntamos. “Los deportistas estamos más acostumbrados al fracaso que al  éxito porque se pierden más veces que se ganan. Vienen en nuestro ADN. Si lo has dado todo no hay nada que recriminarse, sólo seguir hacia delante. No es que tú pierdas la medalla, son otros los que te la ganan”.

También tuvimos la oportunidad de charlar con Andrés Mata, diploma olímpico tanto en Londres como en Río en halterofilia. Nos contaba que comenzó “por diversión, por pasar las tardes. Pronto me di cuenta de que la mejora estaba en los pequeños detalles, en la constancia, en buscar siempre el punto positivo de la parte negativa y seguir progresando”. Andrés fue séptimo en 2012 y séptimo en 2016. “Curiosamente hice mejor marca en Río, dónde batí el récord de España; yo volví satisfecho porque en la tarima hice un buen trabajo y lo que hagan los rivales ya no depende de mí”.

¡Cuánto tenemos que aprender de estos deportistas que realmente tiene un corazón de campeón!