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Aitor Francesena, el surfista ciego que enseña a cabalgar las olas de la vida

Aitor Francesena perdió la visión en un ojo con 14 años y hace 13 se quedó totalmente ciego, pero esta circunstancia no le ha impedido convertirse en un referente del surf.

Mercedes Zabaleta/ EFE

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Aitor Francesena

Aitor ahora ha volcado las enseñanzas de todo este tiempo lidiando con el mar en "pantalla negra" un libro dirigido a superar otras olas, las de la vida. 'Surfear la vida' (Espasa) es una recopilación de reflexiones para superar los miedos de este guipuzcoano que ha sido seis veces campeón del mundo en surf adaptado. La máxima 'Superar tus miedos te hace más grande' que aparece en la portada del libro ha sido el faro que ha guiado a Francesena (1970), 'Gallo' para los amigos, nacido en el seno de una familia totalmente ajena a este deporte que en los años 70 era cosa de cuatro locos. "Ahora todo es fácil, pero en mi época todo era difícil y más para una persona como yo que vivía en un caserío entre ganaderos y agricultores.

El surf en Zarautz lo practicaban unos pocos 'niños de papa' o algunos 'hippies'", señala en una entrevista con EFE. Además el pequeño Francesena padecía un glaucoma congénito por lo tenía terminantemente prohibido subirse a una tabla. "Un tío mío que había estado en Estados Unidos me regaló un patín el día que cumplí seis años. En esa época no se veían muchos en Gipuzkoa, pero según llegué a casa de mi abuela rompí una cristalera al caerme hacia atrás. Ya no entré más con ese trasto en su casa", relata. Flipaba con los surfistas Así aprendió a patinar, pero cada domingo bajaba a la playa con sus padres y miraba con admiración a los surfistas. "Yo flipaba", reconoce. Un día uno de sus amigos recogió una madera de un contenedor y la convirtieron en tabla de surf. "Así fueron mis inicios, con unas tablas que eran como submarinos porque pesaban muchísimo y, a escondidas, porque mis padres no se podían enterar", recuerda. Pero se enteraron y dedujeron que si no podían con su hijo debían unirse a él.

"De ser caseros con mentes cerradas pasaron a entender lo que es el 'hipismo', el 'surfing' y el rock and roll", bromea. Poco a poco fue aprendiendo a través del material que llegaba a la tienda Pukas -un establecimiento pionero en la cultura de surf en el País Vasco- , y de los "'guiris' surferos" que estaban en la playa a los que él y sus amigos bombardeaban a preguntas. La salud ocular de Francesena sin embargo empeoraba a pesar de dos trasplantes de córnea fallidos. Esperando la tercera una ola le reventó el ojo del que veía y quedó totalmente ciego. En un principio el miedo le arrolló por completo pero en lugar de "sentarse y ver pasar la vida" Francesena asegura que decidió "montarse en ella, darlo todo" y desde luego seguir surfeando. Pero ¿cómo mantener el equilibrio en una tabla cuando se está inmerso en un negro total?. Un murciélago del mar "Controlo la situación a través de lo que escucho. Soy como un murciélago del mar", indica Francesena.

Uno de sus mayores enemigos es el viento sur. Su radar se guía por la espuma de las olas que está a su espalda y le indica el sur y por consiguiente el norte. Pero cuando sopla el sur el sonido rota y todo se complica. "No sabes dónde estás y es angustioso, mareante y peligroso", confiesa este deportista que ha pasado por algún que otro susto. Pero la práctica y la disciplina constante le llevaron en 2016, tres años después de perder la vista, a alcanzar el primero de sus seis campeonatos del mundo de surf adaptado. 'Surfear la vida' 'Surfear la vida' es el tercer libro que escribe, pero los dos anteriores -'Las olas contadas' y 'Querer es poder'- eran manuales de surf mientras este es de "apoyo mental", explica. "La vida es para todos igual, para algunos con más complicaciones que para otros, pero, como en el mar, siempre hay una salida", remarca. "Si tienes un susto en la tabla primero te agobias, es normal, pero luego hay que tranquilizarse y buscar la salida. En la vida es igual", afirma. Francesena asegura que mantener la mente relajada, actuar con paciencia, hacer un buen diagnóstico de la situación, aprender a confiar y pedir ayuda son consejos que valen para la tabla pero sobre todo para la vida.