Sin un análisis de sangre es imposible determinar con certeza una anemia ferrópenica. Es una baja cantidad de hemoglobina en sangre lo que nos evidenciará el problema, aunque para estar seguros hay que mirar otros parámetros como el nivel de hierro en sangre (sideremia), los depósitos de hierro (ferritina) y el tamaño de los eritrocitos (sin son pequeños es mala señal). Para prevenir la anemia lo mejor es una adecuada ingesta de alimentos ricos en hierro. La carne aporta hierro ferroso, fácilmente asimilable por el organismo. El pescado también es rico en hierro, en especial el marisco, mientras que entre los vegetales destacan las legumbres, los frutos secos y las espinacas, aunque son fuentes de hierro no hemo, no tan efectivo como el ferroso.
Desayuno. Pan con jamón serrano o salmón y zumo de naranja natural
Tentempié: Almendras o nueces y té con limón
Comida: Puré de garbanzos con aceite de oliva primera presión en frío y zumo de limón y filete de hígado a la plancha. De postre, macedonia de kiwi y piña.
Merienda: Sándwich de anchoas con queso fresco y una infusión
Cena: Acelgas con pasas y piñones, mejillones al vapor y queso de Burgos.
En casos de anemia ferropénica, hay que tomar sales de hierro. Importante: no automedicarse suplementos de hierro. Debe ser siempre un médico el que regule la dosis (en ningún caso mayor de 100 mg por dosis) y la frecuencia.