Nacer, naciste con ella, pero seguramente se te haya desprogramado. Si tienes algún niño o bebé con el que hacer el siguiente experimento, te invito a que observes qué hace su faja abdominal cuando tose o cuando grita (para evitar dolores de cabeza, sugiero la primera opción) ¿Lo has visto? Su faja abdominal se contrae de modo involuntario y su ombligo va hacia dentro.
Nacemos con este reflejo para evitar que el aumento de presión en la cavidad abdominal y torácica pueda dañarla en sus puntos más débiles, como lo son, por ejemplo, la abertura del conducto seminal en los hombres, que si rasga da lugar a hernias inguinales, o el conducto vaginal en las mujeres, por donde pueden acabar apareciendo prolapsos.
Veamos qué tal anda tu reflejo abdominal: Túmbate boca arriba, relajada, con la cabeza apoyada en el suelo. Apoya una mano debajo de tu ombligo, sin hacer presión. Ahora tose. Si tu ombligo ha subido en vez de ir hacia dentro, siento decirte que tienes una faja abdominal desprogramada y que tus fibras musculares no hacen su función correctamente.
Observa la imagen para hacerte una idea de cómo es la prueba.
Puede que tengas un abdomen muy fuerte, fruto de los ejercicios con los que lo hayas entrenado, pero aquí tienes la prueba de que sólo has fortalecido las fibras fásicas, o tipo II, y que has debilitado las tónicas o tipo I, yendo contra natura, ya que en la faja abdominal predominan las fibras tónicas, que se debilitan cuando ejercitamos las fásicas.
Para más información sobre abdominales hipopresivos, consulta el blog de Yolanda Vázquez.
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