No es de extrañar ver a muchos niños de nuestro entorno como son presionados por sus padres para hacer un deporte para el que le han visto cualidades, importándoles un carajo su formación como personas, y en lugar de ejercer su deber de padres, buscando ayudar a sus hijos a ser mejores personas en un futuro, se centran en su nefasta obsesión de conseguir a toda costa que sus hijos sean los mejores, solo con la finalidad egoísta de presumir ante los demás de que su hijo es campeón escolar, provincial, autonómico, de España, de Europa, del mundo, del universo…. Y todo eso ¿para qué? ¿Para amargar al niño su infancia y crearle un trauma de por vida con el deporte? ¿Os parece eso acaso lo más adecuado? Algunos pensaréis que si por casualidad el niño tuviese la fortuna de llegar a ser el número uno del deporte, entonces… Otros pensaréis que el dinero, la fama, el prestigio… no lo es todo en la vida y honestamente ganaremos más con nuestro hijo si le apoyamos haciendo deporte para que disfrute y mejore su educación, que si lo exprimimos para ver lo que puede llegar a ser, cargándonos su salud física, mental y social.
Si has llegado a presionar a tu hijo para que sea un campeón del deporte que practica, estoy seguro que
Por todo ello, si no queremos destrozar la juventud y educación de nuestros hijos, por favor no hagáis lo imposible para que sean los mejores, es mejor que os mantengáis al margen de su práctica deportiva, apoyándolos en todo lo posible pero sin agobiarlos. El deporte es algo más que el conseguir el triunfo, el deporte en esencia es libertad, autorrealización y satisfacción personal, por tanto trata de que tus hijos no se sientan obligados y disfruten con lo que hacen y si no encuentran motivación en ninguna práctica deportiva, ¡también es respetable! y no podemos obligarlos, pero en cambio si podemos animarlos y hacerles más atractivo el deporte que deberá ser una arma formativa y no un freno educativo.
Por Miguel Angel Rabanal San Román