Esos grandes puertos me han puesto bien en mi sitio. Tengo que reconocer que me he pasado de largo más del 50% del tiempo que he estado subido en la bici en el 34 x 34, el desarrollo más corto para el ciclismo de carretera. Imaginaros que la velocidad que marcaba el ciclocomputador ni siquiera llegaba a los dos dígitos en muchos momentos.
No seré veloz, pero he subido cada puerto, he sufrido y he disfrutado por igual en cada uno de ellos con sus kilómetros al 10% o más de desnivel. Lo digo porque parece que en el mundo del deporte popular cohabita mucho profesional frustrado que, por ejemplo, no considera maratonianos a aquellos que pasan de las cuatro horas.
Ser un corredor o un ciclista lento no sólo no es un desprestigio, es que además es algo relativo; todos somos lentos respecto a alguien, salvo los grandes cracks (y ellos también tienen días de “pájara" en los que se sienten no lentos, se sienten terriblemente lentos).
Atreverse con los retos deportivos ya es una gran victoria personal. Disfrutar entrenando para ellos es la mejor forma de hacer un cambio en tu estilo de vida. Y si encima eres capaz de llevarlos a cabo, de tener tu medalla de finisher, o en mi caso mis fotos con el cartel en la cima del Galibier, el Iseran o el Alpe D´huez, pues ya ni te cuento.
Esto, claro está, no está reñido con meterse en locuras para las que no estás preparado ni físicamente (¿cuándo fue la última vez que te hiciste una prueba de esfuerzo), ni mentalmente, ni para la que a veces no cuentan con la experiencia suficiente ya que llevas poco tiempo en el deporte.
En definitiva, que ser más veloz no tiene por qué hacerte más feliz, y si no eres un profesional, que vives tú y tu familia de tus resultados deportivos, lo que cuenta realmente es la satisfacción personal que te llevas.