El otro día escuchaba en la radio cómo los fumadores contaminan las playas dejando las colillas de los filtros tirados sobre la arena. Algo que desafortunadamente, es una costumbre generalizada aquí en España (una más), fumarse un cigarrito al sol y enterrar la colilla en la arena. Como si por arte de magia el no verla enterrada a 3 centímetros ya no causará impacto contaminante alguno.
No solo es una cuestión de ética y cívica el mantener los lugares que visitamos lo más limpios e higiénicos posibles, a nadie le gusta tumbarse encima de un cenicero. Hay algunas playas que ya reparten unos ceniceros en forma de conos de papel para llevarse de vuelta las colillas, a ver si los fumadores desconsiderados captan la idea de una vez.
Sin embargo, lo que más me impactó, fue escuchar que un filtro contamina unos 3 litros de agua. Pensé, que pena ver las playas o ríos con colillas, pero luego pensé que los fumadores deberían pensar que por cada cigarrillo que se fuman, es como si bebiesen 3 litros de agua contaminada de alquitrán, nicotina y otras sustancias altamente cancerígenas. Nadie con un mínimo de sentido común bebería 3 litros de un agua así, sin embargo, parece que fumárselo está socialmente aceptado como un hábito cotidiano.