Las últimas pruebas publicadas por diferentes colectivos de investigadores rebaten las teorías de transmisión mayoritaria del virus SARS CoV-2, hasta ahora defendidas por la OMS y por la mayoría de los gobiernos adscritos a esta organización.
Los científicos Kimberly A. Prather, Linsey C. Marr, Robert T. Schooley, Melissa A. McDiarmid, Mary E. Wilson y Donald K. Milton, entre otros, pertenecientes a los equipos de investigación de universidades tan prestigiosas como Harvard, San Diego o San Francisco, han publicado el pasado 5 de octubre en la revista Science, la editorial oficial de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), el resumen de diferentes trabajos en los que confirman que la transmisión por aerosoles de pequeñas partículas del coronavirus causante de la reciente pandemia son mucho más importantes de lo que se pensaba en un principio.
Existe una evidencia rotunda sobre la importancia de la inhalación del SARS CoV-2 en la ruta principal de transmisión para la enfermedad COVID-19. Y desde Science reseñan la importancia de armonizar los debates sobre los modos de transmisión del virus en todas las disciplinas para garantizar las estrategias de control más eficaces y proporcionar una orientación clara y coherente al público en general.
Gotículas y aerosoles
Es imprescindible aclarar la terminología empleada para distinguir entre aerosoles y gotitas (gotículas) utilizando un umbral de tamaño de 100 μm, y no los 5 μm históricos. Este tamaño separa de manera más efectiva su comportamiento aerodinámico, la capacidad de ser inhalado y la eficacia de las actuaciones de prevención.
Los virus transportados en gotas (mayores de 100 μm) generalmente caen al suelo en segundos a menos de 2 metros de la fuente que los genera y pueden chocar, como pequeñas balas de cañón, sobre las personas más cercanas. Debido a este rango de recorrido limitado el distanciamiento físico reduce la exposición a estas gotas y es lo que hasta ahora se estaba recomendando por las autoridades sanitarias.
Por su parte, los virus menores de 100 μm pueden permanecer suspendidos en el aire (aerosoles) durante varias horas, como sucede con el humo (tabaco), y ser inhalados por aquellas personas que podrían contagiarse. Están muy concentrados cerca de una persona infectada, por lo que pueden infectar a otras personas más fácilmente si se encuentran en las proximidades. Pero las masas de aire contaminado (aerosoles), en ambientes cerrados, pueden viajar más de 2 metros y acumularse en recintos mal ventilados, lo que lleva a eventos denominados como de súper-propagación.
Las personas infectadas con el SARS CoV-2, de manera especial los asintomáticos, liberan miles de aerosoles cargados de virus y muchas gotitas al respirar y hablar. Por lo tanto, es mucho más probable que uno inhale aerosoles que una gota contaminada, por lo que el mayor esfuerzo de la atención debe centrarse en la protección contra la transmisión aérea.
Además de la obligatoriedad existente sobre el uso de las mascarillas, el distanciamiento social y los esfuerzos de higiene en las manos, los científicos de Science instan a los responsables estatales relacionados con la salud pública a que agreguen una guía clara sobre la importancia de trasladar todas las actividades posibles al aire libre, mejorar el aire interior mediante ventilación y filtración e incrementar la protección para colectivos de alto riesgo como trabajadores de fábricas y oficinas, compañías aéreas y estudiantes.