30 años
30 años es la edad a la que empieza a decaer la densidad ósea, un proceso que se ralentiza sobre todo con el entrenamiento de fuerza, el calcio, la vitamina D y la exposición moderada al sol.
300 huesos
Naces con 300 huesos y al morir solo tienes 206. Muchos se sueldan convirtiéndose en el mismo hueso.
El colágeno se renueva constantemente
El colágeno de tus huesos se está renovando constantemente, así que aproximadamente cada 7 años estrenas esqueleto.
El hueso más largo es...
El fémur con 40 a 50 cm es el hueso más largo de tu cuerpo.
En manos y pies tienes...
Entre las dos manos y los dos pies tienes 106 huesos, más de la mitad de todos los de tu cuerpo
Tu peso en huesos
De tu peso total un 15% corresponde a tus huesos
El hueso con más probabilidad de fracturarse
El hueso que más se rompe es la clavícula, con un 5% de todas las fracturas óseas
Están huecos
Si nuestros huesos no fueran huecos pesarían 4 veces más
Casi todos los huesos están conectados entre sí
Todos los huesos de tu cuerpo se conectan con otro, menos 1, el hiodes, en la parte anterior del cuello, un hueso ‘flotante’.
No todos somos iguales en cuestión de huesos
Una de cada 500 personas tiene una costilla más, en la zona cervical.
El estribo, en tu oído medio, es el hueso más pequeño con apenas 27 mm de longitud.
Y más...
Cuando ocurre una fractura la zona que se repara queda más fuerte que antes de haberse roto, generalmente con un depósito de material más grueso.
Los huesos también se pueden entrenar, y de la misma forma que tus músculos, con sobrecargas. Las presiones y tracciones lo estimulan para aumentar su densidad, por eso hay que trabajar en el gimnasio con cargas incluso en edades avanzadas.
Además de ser el soporte de tus músculos, nuestro chasis, y proteger nuestros órganos internos, los huesos cumplen la importante misión de producir glóbulos rojos, en la médula ósea roja del tejido esponjoso de los huesos largos.
Tu esqueleto es una importante reserva mineral de tu cuerpo, almacenando el 99% de todo el calcio y el fósforo, que se liberan a la circulación en función de tus necesidades.
De los huesos también obtenemos energía: en la médula ósea amarilla se acumulan ácidos grasos, que tu cuerpo utiliza a demanda cuando es necesario.