La natación trabaja la musculatura corporal de un modo equilibrado y no hay impactos, por lo que resulta muy respetuosa con las articulaciones. No obstante, los nadadores también padecen lesiones, ya sea por sobreuso o por una técnica inadecuada. Son frecuentes las lesiones en el hombro (especialmente en el manguito del rotador), las lumbalgias ocasionadas por una curvatura excesiva cuando nadamos y la “rodilla de bracista”.
Juan Fraile, fisioterapeuta de iQtra Medicina Avanzada, nos da algunos consejos para no lesionarnos en la piscina:
- · Prepárate para nadar: realiza un calentamiento de las articulaciones antes de entrar en la piscina y fortalece en el gimnasio todos los grupos musculares grandes, incidiendo especialmente en el core y los hombros (puedes ver cómo en la pág. 54).
- · Atento a la técnica, no es importante solo para avanzar más rápido, también para rendir más y mejor.
- · Buena posición. Para reducir la resistencia, mantén el cuerpo alineado, con la cabeza mirando al fondo y las caderas en la superficie.
- · Movimientos suaves y limpios, evita las patadas demasiado profundas.
- · Mantén la cabeza en línea con el tronco y respira por ambos lados, ayuda a no sobrecargar los hombros.