Temperatura:
Con el calor del verano el cuerpo suda más para refrigerar y eliminar calor. Se pueden llegar a perder entre 1,5 y 2 litros por hora.
Humedad del aire:
Los ambientes secos, las oficinas con calefacción o con aire acondicionado, los aviones, etc. propician la deshidratación, por lo que se recomienda beber un vaso de agua cada hora para compensarlo.
Actividad física:
Al prácticar ejercicio aumenta la temperatura y se suda por lo que se incrementan sus necesidades hídricas.
Altitud:
El esfuerzo y la disminución de la presión higrométrica al ascender en altitud provocan una pérdida de varios liltros de líquido al día por la transpiración e hiperventilación. Para evitar la deshidratación y sus síntomas, se recomienda que a partir de 4.000 m se ingiera entre 4 y 5 litros de agua durante una escalada de 8 horas para compensar la pérdida de líquido y la insolación.
Edad:
Los niños son muy sensibles a la pérdida de agua por lo que aprenden rápidamente a pedir agua y lo hacen frecuentemente, bebiendo sorbos pequeños cada vez. Se debe alentar esa conducta para enseñarlas a hidratarse de forma autosuficiente. Los ancianos tienen disminuida la sensación de sed por lo que se les debería incitar a beber con frecuencia.
Enfermedad:
La fiebre, o la diarrea (una diarrea grave puede hacerte perder hasta 25 litros en 24 horas) deben ser tenida en cuenta para ingerir mayor cantidad de líquidos.