Todo comienza por una buena praxis deportiva, un buen calentamiento, trabajo diario de elasticidad muscular, no realizar sobreesfuerzos, respetar el tiempo necesario de regeneración, aplicar higiene postural en todas y cada una de tus actividades y no permanecer mucho tiempo con las rodillas en la misma posición o muy flexionadas. Acude a un fisioterapeuta para que oriente los ejercicios a realizar durante la rehabilitación y que aplique las técnicas terapéuticas más aconsejadas dependiendo del estadio en el que te encuentres.
Una buena opción es usar la crioterapia (frío) como potente antiinflamatorio tras los entrenamientos y al final del día. Es clave potenciar el cuádriceps en sintonía con el resto de músculos femorales y de manera selectiva el vasto interno en los últimos 30° de la extensión para ayudar a alinear la rótula, realiza con- tracciones isométricas y recurre también a la electroestimulación para fortalecer especialmente esta parte del cuádriceps.
También la suplementación deportiva puede poner su "granito de arena". Toma condroitín sulfato y glucosamina (avalados por la Liga Europea de Reumatología), también ácido hialurónico, sigue una dieta equilibrada incluyendo alimentos antiinflamatorios (lee la dieta que recomienda Yolanda) y toma complementos para nutrir el cartílago a base de mucopolisacáridos, desarrolla la propiocepción y hazte un estudio podológico y biomecánico por si tuvieras la necesidad de usar correctivos ortopédicos.
Una vez mejore la estabilidad y la dinámica articular podrás comenzar a practicar la natación, el ciclismo (con ciertas precauciones posicionales) y más adelante, hasta la carrera a pie. Si yo pude vencer al dolor de rodillas tú también podrás.