¿Pero cómo se forma la acrilamida? La más común se debe a cuando los alimentos se cocinan o procesan por encima de los 120 grados. Lo que ocurre es que los azúcares reductores de los alimentos (como el almidón de las patatas) y las proteínas reaccionan entre sí. A mayor temperatura y menor humedad, más acrilamida se forma.
Ha quedado evidenciado en ratones que la acrilamida es cancerígena pero nadie todavía ha podido demostrar que tenga incidencia sobre el cáncer en humanos. El consumo mínimo estipulado para que la acrilamida se relacione con la probabilidad o el aumento de probabilidad de aparición de cáncer es de 170 microgramos (0,17 miligramos) por kilo de peso corporal. ¿Qué significa es en la práctica? Pues, por ejemplo, que una persona que pese 80 kilos tendría que comer hasta 27 kilos de patatas fritas al día para elevar de forma significativa el riesgo de cáncer.
El nuevo reglamento europeo marca niveles de referencia y que harán que algunos productos cambien su aspecto (por ejemplo, las galletas o el pan de molde ya no serán tan oscuros). Además, se obligará a que productos que horneamos en casa (como pueden ser las pizzas o las masas de hojaldre) vengan con recomendaciones para reducir el riesgo.
Para reducir los riesgos de la acrilamida lo mejor es cambiar las patatas fritas por patatas al vapor o guisadas, no hacer tanto los filetes en la sartén, y no abrasar la carne en las barbacoas. Y si vamos a hacer patatas fritas en la freidora, no hacerlo nunca a más de 175 grados y hacerlo con aceite de oliva en lugar de girasol ya que este se quema más rápido.