Hay que saber diferenciar los tipos de grasas “malas” y las buenas, en función de su contenido en ácidos grasos saturados (perjudiciales) e insaturados (beneficiosos). Así que a partir de ahora fíjate en las etiquetas de los alimentos en los que se especifique, para saber lo que tomas.
Las unidades de las que se componen las grasas son los ácidos grasos, saturados o insaturados. En general, los saturados son animales y suelen ser sólidos a temperatura ambiente, como la mantequilla, nata, grasa de la carne, etc. y los insaturados son líquidos a temperatura ambiente y provienen de vegetales, semillas y pescados; se encuentran en el aceite de oliva, aguacate y en pescados, aceites de hígado de bacalao, aceite de borraja, girasol y maíz.
Los ácidos grasos saturados elevan el nivel de colesterol (LDL) y se deben limitar en nuestra dieta, evitando carnes grasas, alimentos preparados (rebozados y precocinados) “comida basura” y bollería industrial que suele contener aceites de coco.
Los ácidos grasos insaturados son más sanos, mejoran los niveles de colesterol HDL o bueno y ayudan a controlarlo
Una dieta equilibrada contiene un 25% de aporte de calorías en forma de lípidos, que en su mayoría deben ser insaturados.
Las grasas tienen muchas funciones en nuestro cuerpo, ya que son los encargados de transportar las vitaminas liposolubles A, D, K, y E necesarias para funcionar. Algunos ácidos grasos se llaman esenciales porque el cuerpo no puede fabricarlos y se deben tomar en la alimentación, como el ácido linoléico, el linolénico y el araquidónico, abundante sobre todo el primero en el aceite de oliva.