Hay que empezar por dejar claro desde el principio que el aguacate es una de las frutas más sanas que vas a encontrar en el supermercado. Rebosa de grasas saludables con lo que esto nos supone: control del colesterol (gracias al ácido oleico, un tipo de ácido graso que ayuda a controlar los niveles de colesterol) y de la presión arterial, regula el nivel de la glucosa en sangre, mejora la absorción de nurtrientes, tiene propiedades antiinflamatorias y hasta cuida tu piel.
En 100 gramos de aguacate tenemos bastantes calorías (hasta 160) , la mayoría de ellas grasas saludables y fibra. Además, bajo la piel del aguacate tenemos magnesio y potasio (minerales que son decisivos para el correcto funcionamiento de nuestros sistemas muscular y nervioso y que además ayudan a evitar la retención de líquidos) y vitaminas A, C, D, K y B. También contiene ácido fólico, especialmente valorado por las embarazadas.
¿Pero nos engorda? Tomemos como base el estudio que hizo el Instituto de Tecnología de Illinois para demostrar que cambiar los carbohidratos refinados por aguacate fresco ayuda a aumentar la saciedad en las comidas.
El estudio se llevó acabo con 31 personas con sobrepeso a las que se les propuso dos tipos de comida. La primera tenía un 76% de carbohidratos y un 14% de grasas, con un total de 680 calorías. Y la segunda, con las mismas calorías y grasas, tenía menos carbohidratos. En estas comidas los sujetos debían ingerir medio aguacate y, tras hacerlo, aseguraban que se sentían más saciados, con lo que se reduce el riesgo de “picotear" continuamente. . Además, su digestión es lenta, otro factor que hace nuestro cuerpo retarse el proceso de “pedir más comida".
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