El poder de la mente

En el último post anunciaba que no participaría en la Maratón de Barcelona (falta de motivación por ser un recorrido ya conocido etc.) Pero eso no me quitaba las ganas e ilusión de hacer la media maratón de Gavá, mi ciudad putativa que me acogió hace 7 años en su club de triatlón y por razones varias, nunca había corrido la media de esta ciudad. Correr en Gavá no me dejaba indiferente.

Irene Rios

3 minutos

El poder de la mente

En el último post anunciaba que no participaría en la Maratón de Barcelona (falta de motivación por ser un recorrido ya conocido etc.) Pero eso no me quitaba las ganas e ilusión de hacer la media maratón de Gavá, mi ciudad putativa que me acogió hace 7 años en su club de triatlón y por razones varias, nunca había corrido la media de esta ciudad. Correr en Gavá no me dejaba indiferente.

Contenta, como siempre al acudir a una carrera, despertar temprano en un día festivo, desayunar y recrearte en el ritual que cada uno tenemos antes de competir ya forma parte de esos días en los que sales y te pones detrás de una línea de salida.

Hasta aquí, todo normal.

Quedo con mis compañeros y amigos de club antes del inicio y comentamos un poco lo de siempre, "bueno, a ver qué tal",  "hace bastante viento, ¿no?", "bueno, yo voy tirando",  " nosotras iremos chino chano", etc.

Para mí, cualquier competición tiene una línea de salida y una meta para cruzar. No hay más, se empieza y se acaba. Porque ¿dónde está el límite para justificar el acabar o no acabar una carrera? Esa línea tan frágil siempre la he tenido muy clara. Si no hay motivos de salud, las metas se cruzan, así no hay dudas. Cada día que se compite es diferente y nunca sabes por dónde van a ir los ánimos, las ganas, etc. Por ese mismo motivo marcarse cada uno sus “reglas “está bien, se sabe a qué se juega.

 

"Sin temblarme el pulso volví a recordar esa frase maravillosa de Phil “Just do it for fun"

Nunca he salido con el pensamiento de no acabar.  Aquello de:  “por si acaso, llevas la tarjeta de metro y vuelves a casa en caso de no acabar la carrera." Para mí es cuestión de empezar lo que se inicia y por supuesto de acabarlo, no vale no finalizarlo. He cruzado siempre todas las líneas de llegada y sin plantearme en ningún momento no hacerlo, cualquiera que fuera la circunstancia. Bueno, si alguna vez la razón hubiera sido poner en riesgo la salud, desde luego que no hubiera forzado el cuerpo para llegar a meta. Para no llegar a esos extremos en que te juegas la salud, hay que ir preparado a las carreras y en los retos importantes siempre he ido bien  entrenada y preparada, en algunas carreras no tan exigentes, quizás no he ido tan entrenada pero sí en condiciones de hacerla, sin romper el crono como objetivo, pero haciéndolo de la mejor manera, que es, disfrutando de la jornada deportiva, de los amigos y del simple hecho de tener salud para poderlo hacer.

Así iba yo, contenta, sin preocuparme de la distancia ni mucho menos.  Lección aprendida, nunca hay que subestimar a la distancia por corta que nos parezca. La verdad, he corrido muchas medias maratones y sé que en el km 17 se hace duro y que se remonta una vez has llegado al km 19 ya que la meta te espera a pocos minutos. Este domingo pasado en el km 16,5 mi cabeza me lanzó un “hasta aquí hemos llegado, (sin darme opción a respetar mi reglamento personal), mira Lourdes, has cruzado todas las líneas de llegada que tenías que cruzar. Te quedan 5 km con este viento, con el calor que hace, vas con cero ganas. ¿Para qué? A tu derecha un poco más arriba tienes el coche, te diriges al coche y no pasa nada, habrás hecho un entreno de 16, 5 km y tan contenta. ¿Luchar contra tu cabeza? ¿Para qué? Y el poder de la mente fulminó sin dudar el seguir corriendo.

Y sí, así, sin temblarme el pulso volví a recordar esa frase maravillosa de Phil “Just do it for fun". Paré el Polar, lo inicié de nuevo para ver la distancia hasta el coche, que fueron 4 km andando, ya podría haber ido a meta, lo sé, lo sé. Pero también está bien sentirte libre para hacer lo que tienes ganas de hacer, en este caso no acabar la media maratón, disfrutarla hasta el km 16,5 y todo lo demás, está demás.

Eso no significa que te puedas permitir a cada vez el lujo de no acabar las carreras, si no entraría en un círculo de muy dudoso beneficio. Pero os tengo que decir que no me ha dado ni un remordimiento, no sé si eso me gusta o me asusta. Quizás me estoy haciendo mayor y según qué, no pasa nada. ¿No?