A Martí no le gusta que se le conozca por su paraplejia, sino por sus logros deportivos. Y no es para menos. Este verano ha logrado el segundo mejor tiempo de la historia en el cruce a nado del Canal de Menorca, una durísima travesía de casi 40 km que une las islas de Menorca y Mallorca. Aunque lo más sorprendente es que lo ha logrado usando solo los brazos. Desde 2007 se desplaza en silla de ruedas a causa de un accidente que en absoluto ha conseguido pararle. Pese a su lesión medular, paró el crono en 10 h y 13 min, bajo las estrictas normas de la Menorca Channel Swimming Association.
"Antes de mi accidente practicaba bastantes deportes: windsurf, kitesurf… pero nunca había nadado en serio. Tras el accidente, me dejaron la espalda fijada, así que tengo bastantes dolores y empecé a nadar como parte de mi rehabilitación. Lógicamente, empecé nadando pocos metros y en piscina, pero poco a poco me fui atreviendo con más".
"Tras las primeras travesías terminé muy cansado, pero me gustó. Se trataba de pruebas normales, en las que yo participo como un nadador más. Hasta ahora nunca he competido en pruebas adaptadas, voy con todos los nadadores y me gusta que me conozcan por mi nombre, no quiero que piensen en mí como el de la silla. Suelo acabar en buenas posiciones, pero no de los primeros… si fuera así, ¡es que los otros son muy malos! Y no es el caso".
"Poco a poco las pruebas en las que he ido participando han sido cada vez más prolongadas, de 3.000 a 10.000 m, y me lo he tomado cada vez más en serio. Dirigido por mi entrenador, Toni Huguet, ya con una planificación, cuidando la técnica, etc. Tras dos travesías de 25.000 m, empecé a preparar el cruce del Canal de Menorca con la ayuda de una beca de la Fundación Grupo Sifu. Me ha resultado imprescindible porque cruzar el Canal es muy caro y yo soy pensionista".
"Lo que más duro se me ha hecho son los entrenamientos de adaptación al frío. Para que el cruce sea válido, debe realizarse sin neopreno. Y para adaptarme al frío he tenido que nadar en el mar en pleno invierno. Yo no siento las piernas, pero eso no impide que se congelen igualmente, así que tengo que ser especialmente cuidadoso. Se me han ido ocurriendo trucos, como calentar los pies con un secador al acabar. Otra cosa a la que debo estar más atento es a reforzar la zona lumbar y la cadera. Como no puedo mover las piernas en el agua, tengo que tener la fuerza suficiente en la cadera para poder controlarlas".
"Claro que el día del cruce hubo momentos malos, pero me quedo sobre todo con los buenos. Todos los que iban en mi equipo significan algo importante para mí y noté mucho su ayuda. Hay una cosa que creo que fue positiva. En los días previos a la prueba es normal que los nervios te atenacen, no te dejen dormir… yo no experimenté nada de eso porque me avisaron el 4 de julio a mediodía de que me autorizaban a intentar el cruce por la noche. ¡Menos mal que soy previsor y lo tenía todo preparado! Ni siquiera tuve ocasión de bajar el volumen de entrenamiento, un par de días antes había nadado 6.000 metros. No obstante, creo que fue lo mejor".
"Había entrenado durante 8 meses para preparar el cruce y sabía que era mi momento, lo disfruté mucho. También quería ayudar a otros mandando el mensaje de que los lesionados medulares podemos conseguir muchas cosas. Por eso hemos grabado un documental que se estrenará muy pronto sobre cómo ha sido el día a día de la preparación y el proceso".
"Estoy en un momento muy bueno. Mi siguiente proyecto es ser mejor padre que nadador. Mi pareja y yo vamos a tener gemelas en noviembre, así que ya no va a ser posible dedicar tantas y tantas horas a la preparación como he dedicado durante estos 8 meses. Seguiré nadando, pero no es momento de intentar un gran reto deportivo. Quizá pruebe a participar en el campeonato de España adaptado, pero nunca he tomado parte en este tipo de pruebas, no sé cómo se me va a dar. Sí que me gustaría seguir motivando a la gente que pueda encontrarse en una situación parecida a la mía, mandando el mensaje de que todos podemos".