La pasión de los deportistas en general por la pasta a veces choca con el deseo de controlar el peso que tienen mucho de los que se acercan al ejercicio físico con el objetivo principal de lograr estar en su peso ideal.
Ahora los más sabios de Gran Bretaña vienen en la ayuda. Y es que según una investigación realizada en la prestigiosa Universidad de Oxford la pasta engordaría bastante menos si usamos un truco que, eso sí, no hará felices a los amantes de comer la pasta "al dente". Si en lugar de comerla justo tras ser preparada esperas para tomarla 24 horas más tarde, da igual que sea recalentada en el microndas o directamente fria, te engordaría menos.
¿Cómo se explica esto? Se debe al modo que nuestro organismo absorbe los carbohidratos. Nuestro cuerpo lo hace de una forma parecida a lo que ocurre con el azúcar: al tomar carbohidratos aumenta la glucosan sangre tras la comida, lo que produce la libercion de la insulina. Esto explica que tengamos sensación de hambre poco después de hacer comida pasta (algo que ocurre también con el pan blanco o con las patatas).
Según los investigadores de la Universidad de Oxford la cosa podría ser diferente si se deja enfriar la pasta logrando que sea un alimento que se metabolice de forma similar a la fibra (que tiene a equilibrar la glucosa y la insulina). Al dejar enfriar tras ser cocinada, la pasta cambiaría su estructura y se crea en él el «almidón resistente» (una sustancia que provoca que nuestro aparato digestivo se vuelve resistente a esta comida y la absorba progresivamente sin necesidad de generar una gran cantidad de insulina).
Esto ya había sido demostrado en un experimento en 2014 que permitió concluir que concluyó al enfriar la pasta cambia su estructura. En concreto, la del almidón y lo convierte en más resistente a las enzimas de nuestro cuerpo que se encargan de romper los carbohidratos y liberar los azúcares. Por lo que absorbemos menos.
La Universidad de Oxford analizó también la opción de que la pasta pudiera volver a su estado original tras ser recalentada. El trabajo consistió en dar de comer siempre la misma cantidad de pasta y con la misma salsa a un grupo de voluntarios que en días consecutivos comieron pasta caliente, fría y recalentada- Los análisis de sangre dejaron claro que la pasta puede ser recalentada manteniendo esa capacidad para ser absorbida como almidón resistente por el organismo.