Te dejamos unos cuantos consejos para que estés correctamente hidratado antes, durante y después de tus clases de yoga. Y además te dejamos unas interesantes recetas.
ANTES
No tomes nada sólido dos horas antes de hacer yoga, vas a trabajar con respiración abdominal y si has comido mucho o tienes digestiones lentas, no vas a poder hacer los ejercicios correctamente o incluso sentirte mal.
Antes de yoga, lo más indicado es tomar líquidos, bien agua, agua de coco o infusiones naturales energizantes como té verde, negro, blanco, hidratantes como rooibos o digestivas como manzanilla con anís, menta poleo, etc.
El objetivo es llegar a clase bien hidratados, sin molestias digestivas y con energía.
DURANTE
Conviene llevarse una botella de agua a la clase.
Si haces yoga con calor o en condiciones de humedad es imprescindible que lleves una botella de agua y otro líquido natural: vas a sudar, perder agua y sales minerales, y además de deshidratarte, puedes experimentar una bajada de tensión.
RECETA: INFUSIÓN REMINERALIZANTE DE JENGIBRE Y LIMÓN
DESPUÉS
Es normal que no tengas hambre después de clase, especialmente si tus ganas de comer son por ansiedad y estrés, notarás que el yoga calma y evita los picoteos y con el tiempo llegarás a notar conexión entre tu mente y estómago. Esto hace que te apetezcan más alimentos frescos y saludables como frutas de temporada, verduras y cereales integrales, frutos secos y alimentos asociados al yoga, que pueden hacer de ti una persona vegetariana con el tiempo, vegana o crudívora, aunque no te asustes si te gusta comer carne, ¡no es obligatorio comer verde!
Para después de clase de yoga, escucha tu cuerpo ahora que ya no sientes estrés ni ansiedad por comer.
Hidrátate con agua, agua de coco, infusiones, zumos recién hechos, jugos vegetales prensados en frío, sopas, caldos, etc. También puedes tomar leches vegetales de almendra, coco, avellana, soja, etc.
Procura comer alimentos sólidos de forma equilibrada, mezclando los carbohidratos del mundo vegetal frescos o ligeramente cocinados, con las proteínas de los frutos secos, legumbres como la soja y quinua, de los huevos, carnes roja, aves, pescados y mariscos si no eres vegetariano y de los lácteos más vivos como el yogur, kéfir y requesón, con las grasas más sanas en crudo o de primera presión virgen extra de los aceites como el de oliva, aguacate, de coco, sin olvidarte de las grasas de los frutos secos sin tostar ni salar.