La zona de confort es un término de psicología definido por White en 2009. Es un estado en el que las personas nos comportamos de una forma que no nos produce ansiedad, sin apenas cambios, sin estrés, con un rendimiento constante, no hay mejoras pero tampoco hay riesgos.
Ahora es una expresión de moda en el mundo del coaching para designar el conjunto de límites, que casi inconscientemente, nos ponemos para vivir una vida acomodada sin tomar decisiones o iniciativas para cambiar nuestra existencia. El 90% de la población vive en su zona de confort, es lo habitual. Dicen que el éxito está fuera de la zona de confort, si además estamos en un momento personal negativo, sin metas ni esperanzas… salir de la zona de confort, dar el salto y atreverse a cambiar la vida, la rutina, lo que nos rodea, etc., puede ser uno de los caminos para encontrar el éxito, la felicidad, crecer y progresar en nuestra vida.
El mejor ejemplo para mí es que la zona de confort es el pueblo donde nacimos, un lugar donde nos encontramos cómodos, con el trabajo que nos toca hacer y rodeados de la familia y los amigos de siempre, y donde no nos planteamos progresar o mejorar nuestra situación. Es una zona conocida, donde conocemos las normas del juego y sabemos que si las seguimos, no tenemos problemas. Pero sabemos que hay gente que un día se fue del pueblo, salió a los caminos a recorrer mundo, aprendió nuevas formas de vida, de trabajo, de relaciones… Y han cambiado su vida.
Salir de la zona de confort es una característica muy humana, piensa que los primeros humanos no hubieran salido de la cálida África y hubieran colonizado el mundo, desde los fríos polos hasta los desiertos más inhóspitos. Cristóbal Colón no hubiera descubierto América, y no estaríamos enviando naves de exploración a los planetas del Sistema Solar.
Esta teoría tan de moda en coaching y psicología también se puede aplicar a nuestra alimentación. Una de las características de una dieta saludable es la variedad, y salir de la zona de confort en la cocina y en el plato, no sólo es una de las formas más fáciles de mejorar nuestra dieta y evitar la rutina, también es una buena forma de perder peso y mejorar la salud. Como todos los cambios, te va a costar empezar, es normal que tu primera reacción sea algo así: "Yo estoy bien como estoy, no como mal… ¿Para qué voy a cambiar? ¿Merece la pena el esfuerzo? Esto es una tontería…"
Te entiendo, a ti te va bien comiendo así, no tienes problemas de peso, te gusta lo que comes, no te apetece comer diferente, o lo de probar alimentos nuevos no va contigo. Pues piensa un poco, ¿mejorarías como deportista, en tu profesión, en tu vida si haces siempre lo mismo? No cambiar es sinónimo de estancamiento. Y en el mundo del deporte, los cambios son rápidos y necesarios. Los deportistas de élite no mejoran haciendo siempre lo mismo. Son los cambios, grandes y pequeños, en el entrenamiento los que hacen mejorar y romper marcas. Si has probado a hacer un deporte o un ejercicio nuevo o de forma diferente, habrás notado lo que cuesta al principio y lo que mejoras al dominarlo. Cuando añades intensidad o alargas el tiempo, cuando pruebas un entrenamiento diferente, etc., es cuando mejoras. Tus músculos y articulaciones reaccionan, se quejan al principio.
Tienes que obligar a tu mente a continuar, pasas por una temporada de agujetas, dolores, cansancio y dudas sobre si lo estarás haciendo bien. Pero suele funcionar, al final mejoras, pierdes grasa, ganas músculo, consigues habilidades nuevas y evitas lesiones. Lo que te propongo ahora no es tan diferente a tus entrenos. Es un cambio, un salto en tu alimentación hacia lo desconocido, hacia un nuevo mundo nutricional que está esperándote y que no te habías atrevido a explorar
¿Te atreves a dar el salto? Sí, no pierdes nada y sólo necesitas un mes para ver los resultados. Aquí tienes unas cuantas ideas para salir de tu zona de confort en la dieta que puedes introducir poco a poco o de una vez:
1. Cambia el desayuno. Si no solemos comer y cenar lo mismo cada día ¿por qué repetimos habitualmente el desayuno? Da igual que hagas el mejor desayuno del mundo, o que desayunes poco, mal o fatal. Si comes siempre lo mismo para desayunar, no lo estás haciendo bien. Tanto si no desayunas bien porque comes comida poco adecuada, como si no desayunas, es bueno probar cosas diferentes a primera hora de la mañana.
Dos Propuestas:
a. Si haces un desayuno completo, cambia y sal a entrenar o a tu vida diaria sin desayunar, basta con dos días a la semana. Verás cómo tu cuerpo reacciona de forma diferente al entrenamiento, incluso sientes vitalidad, es el hambre que te empuja a salir a "cazar" y activa tu cuerpo y mente.
b. Si no desayunas habitualmente, al revés, oblígate a desayunar bien, con una mezcla de carbohidratos, proteínas y grasas saludables, con un yogur con frutos secos y medio aguacate, o una tostada de pan integral con tomate y jamón serrano con una manzana. Al menos dos días a la semana. Notarás como tienes energía hasta el final del día y no tienes ganas de picotear.
2. Haz una cura depurativa de 24 horas. Una vez al mes, puedes probar a estar 24 horas a agua, fruta natural y verduras crudas o levemente cocidas, preferentemente orgánicas. Proponte empezar con esta dieta de desintoxicante de 3 de la tarde del domingo a 3 de la tarde del lunes. Así eliminarás los excesos del fin de semana, tienes glucógeno en los músculos y el hígado suficiente para tener energía para entrenar suave, y notarás como te desinflas, tanto por el efecto diurético que te ayuda a eliminar líquidos, como por el efecto laxante que moviliza tus intestinos y elimina residuos.
3. Identifica los alimentos de tu zona de confort. ¿Necesitas comer dulce cuando te sientes triste? ¿No puedes vivir sin tu cerveza al llegar a casa? ¿Sobrevives a base de café? ¿Tienes siempre una lata de refresco a mano para animarte?... Cada persona tiene asociado un alimento o grupo de alimentos a su zona de confort. Algo fácil, generalmente poco saludable, que nos hace sentir bien cuando el aburrimiento o la negatividad nos invade. Es curioso ver como muchas personas pierden peso y recuperan la energía, justo cuando dejan de comer su "alimento confort" durante un mes. Prueba a eliminar el tuyo y comprueba si en vez de darte felicidad y energía, te está estancando en tu vida.
4. Prepárate para pasarlo un poco mal. Una vez que das el salto a lo desconocido y te lanzas con una nueva dieta o alimentación… el sistema digestivo se tiene que adaptar al cambio. No esperes notar resultados el primer día o la primera semana. Tu estómago e intestinos tienen que aprender a digerir los nuevos alimentos, el hígado y los riñones también tendrás que hacer nuevas tareas.
Puedes notar problemas como digestiones pesadas, gases, diarrea o estreñimiento, dolor de cabeza y hasta picores y granos porque tus intestinos están haciendo un esfuerzo extra, o el hígado y los riñones están eliminando toxinas.
5. Ten paciencia y espera un mes. Tu mente también necesita adaptarse a los cambios en la dieta. Te va a pedir su ración de dulce, o de salado, su onza de chocolate o su cerveza… pero tienes que dar tiempo y mantenerte firme durante un mes para comprobar que el cambio es positivo, y el nuevo alimento o dieta nos está favoreciendo. Dicen los neuropsicólogos que hace falta entre 25 y 45 días para convertir los nuevos hábitos en rutinas. Aguanta firme y vete tachando días en el calendario para conseguir tu primer mes de cambios.
6. Crea hábitos al salir de la zona de confort. Una vez que pase el mes de prueba, ya puedes empezar a notar los cambios, a disfrutar de los paseos por la nueva zona de confort que estás creando, y con un poco más de tiempo, lo normal es que vayas encontrándote cómodo en el nuevo territorio y empieces a asentarte poco a poco. Los hábitos son humanos, y nos ayudan, pues no podemos vivir en estado de ansiedad permanente. Amplia tus nuevos territorios mentales y físicos y reinventa tus nuevas rutinas nutricionales…hasta que necesites volver a dar el salto.
7. Prueba un alimento nuevo cada mes. No es difícil y hasta puede resultar divertido, basta ir a la zona de comida internacional del supermercado, o darse una vuelta por un mercado bien surtido para descubrir nuevos alimentos, saludables sin duda, que no has probado nunca. ¿Necesitas ideas? Aquí tienes una lista de sugerencias
- Raíz de cúrcuma por su efecto antiinflamatorio.
- Raíz de jengibre para fortalecer el sistema inmunológico.
- Remolacha cruda para aumentar el hematocrito y la oxigenación.
- Yogur de cabra para aportar proteína y calcio más digestivo.
- Carne de caballo, rica en hierro para prevenir anemias.
- Carne de conejo rica en hierro y vitamiana B12 antianémicas.
- Col rizada para evitar infecciones y prevenir tumores.
- Naranjas rojas con licopeno para mejorar la vista.
- Setas shiitake para prevenir tumores.
- Arándanos rojos para prevenir infecciones urinarias.
- Acai de Brasil para aumentar la energía.
- Alcachofa de Jerusalén para aportar fibra laxante y digestiva.
- Rábanos picantes para incrementar el metabolismo.
- Ciruelas umeboshi para fortalecer el sistema inmune
- Yogur kéfir para mejorar las digestiones.
- Cacao puro como fuente de antioxidantes y energía.
- Espelta o trigo antiguo como fuente de carbohidratos de larga duración.
- Algas secas para aportar fibra, yodo y ayudarte a perder peso.
- Aguas de manantiales medicinales, para hidratarte y aportarte diferentes proporciones de minerales.
- Trigo sarraceno, fuente de carbohidratos y sedante natural.
8. Cambia las horas de las comidas los fines de semana. Aunque es bueno tener rutinas y comer siempre a horas marcadas, saltarse los horarios también ayuda a tener un sistema digestivo más flexible, que soporta cambios y se adapta a ellos. En general, todos lo hacemos los fines de semana, nos relajamos con las horas de las comidas. No es mala idea.
9. Bebe a deshoras. Sí, los expertos no se aclaran, unos dicen que es mejor no beber agua en las comidas y otros que no hay que beber agua entre horas. Así que cambia tu rutina, acostumbra al cuerpo a beber cuando notas que te falta algo, cuando te ataca la ansiedad, toma un vaso o dos de agua antes de ingerir alimentos sólidos y así descubrirás si lo que tienes es sed o hambre… evitando comer de más.
10. Alterna las frutas y verduras de temporada. No comas siempre plátanos o brócoli porque es lo que te gusta más o te resulta más cómodo. Oblígate a no repetir los platos vegetales cada semana. No sólo porque te aseguras un mejor aporte de vitaminas y minerales cuando comes vegetales en su estación, también porque nuestro sistema digestivo evolucionó comiendo diferente a lo largo del año, estamos diseñados para comer sandía y albaricoques en verano, cuando necesitamos más hidratación y naranjas, calabazas y zanahorias en invierno cuando nos viene bien el aporte de vitamina C o betacarotenos para el frío y los días cortos.
11. Disfruta probando. La curiosidad y las ganas de experimentar con la comida son divertidas. La mayoría de los alimentos tienen buen sabor, y no podemos reaccionar como niños pequeños, que siempre quieren comer lo que les gusta y se niegan a probar platos nuevos. Madura, amplia tus horizontes en la cocina y prueba todo, al menos un par de veces, antes de decidir si te gusta o no la nueva comida.
12. Aprende a cocinar. Si no sabes cocinar, no puedes salir de tu zona de confort, lo siento. Es un gran reto, atreverte con el delantal y los fogones, pero es un salto necesario para mejorar tu alimentación y alcanzar el éxito en este nuevo reto.
13. Apúntate a cursos de cocina variados. Si ya eres cocinillas, ahora toca dar el siguiente paso. Desde cocina internacional, a cocina vegetariana, en todos los cursos vas a aprender mucho con los expertos que te van a enseñar nuevos alimentos, formas de cocinar y mezclar y además… al final puedes comer lo que has preparado y disfrutarlo en compañía de otros estudiantes.
14. Aprende de tus errores. A veces los saltos acaban mal, y si has decidido cambiar algo en tu dieta y notas que te falta energía, o que pasas hambre, o que no te gusta nada después de un mes de prueba… No sigas por ese camino, no es para ti.
15. Encuentra tus alimentos felices. Cada persona es diferente, no todo el mundo asocia el chocolate a la felicidad, o el café al "chute" de energía. Descubre qué alimentos te sientan bien, los que realmente no puedes prescindir en tu dieta, y si son saludables… no los elimines.
¿Y si eres de las personas que no tiene zona de confort?
Sí, no a todo el mundo le gusta vivir cómodamente. Puede que al leer estos puntos te hayas dado cuenta de que ya forman parte de tu vida, que eres una persona que disfruta con el estrés diario, la adrenalina de los deportes de riesgo, los cambios, probar alimentos nuevos, experimentar las dietas de moda para la salud, etc. Si no soportas la rutina ni la monotonía en tu vida, salir de tu zona de confort puede suponer el efecto contrario al resto… ¿Has probado a poner una rutina durante un mes? Sí, a tener un horario regular de comidas, horas de sueño, entrenamiento, etc. Vivir sin ansiedad por terminar tu trabajo, no llegar al límite del tiempo a tus citas, demostrar a amigos y familiares que acabas lo que te propones y no compras y vendes el material deportivo cada temporada porque ya lo has probado, has entrenado durante un tiempo y ya te aburres y estás buscando un nuevo deporte para empezar otra vez. Soy consciente de que las personas que leemos y escribimos en Sport Life no solemos pertenecer al 90% de la población que viven en su zona de confort, por eso, para nosotros, el cambio para conseguir mejorías sea aprender a vivir sin sobresaltos y lograr una estabilidad que nos conduzca al éxito y la felicidad. Desde la mesa, consiguiendo que nuestra alimentación siga un programa, un menú semanal y unos horarios más o menos estrictos, y desde el deporte, aguantando los entrenos hasta el final, siguiendo programas de entrenamiento de larga duración para conseguir resultados a largo plazo y soportando la monotonía de ejercicios repetidos, controles y lesiones.
Salir de la zona de confort es uno de los recursos más habituales en entrenamiento deportivo. No se puede mejorar si no cambiamos las rutinas de entrenamiento, nadie mejora a base de salir una hora a correr, siempre por el mismo recorrido, a la misma hora, a la misma velocidad y distancia. Los nuevos entrenamientos tipo circuitos de alta intensidad están basados en el concepto de zona de confort… Si llevas toda la vida haciendo el mismo deporte y no mejoras ¿Por qué no pruebas otra cosa? Y funciona, puedes ver a maratonianos de 20 años de carrera, que de repente mejoran sus marcas haciendo CrossFit y corriendo menos kilómetros que antes, o ciclistas con michelines que pierden la grasa por fin al animarse a entrenar un triatlón y dejar de hacer lo mismo cada fin de semana. La vida es cambio, pero no tenemos que hacer un Ironman o subir al Everest para salir de la zona de confort, hay que ser realistas también y dar el salto de forma inteligente. El deporte es una de las formas más seguras de proponernos nuevos retos sin riesgos. Para las personas sedentarias, entrenarse para correr una carrera de 10 km es dar el gran salto en su vida. Para las personas deportistas habituales, apuntarse a un triatlón y aprender a nadar bien puede ser el gran reto en su vida. Y hasta los deportistas más profesionales tienen sus barreras emocionales.
Mireia Belmonte cuenta que para ella fue un punto clave en su vida cuando consiguió perder miedo a nadar en aguas abiertas y empezó a batir records de natación. Perico Delgado descubrió que la bici de montaña no sólo era divertida, también le mantenía en forma a pesar de que lo tenía prohibido por el miedo a caerse y lesionarse, pero al final era más segura que la bici de carretera con el riesgo a ser atropellado. Gisela Pulido, campeona de kitesurf desde que era una niña, descubrió que el riesgo era su zona de confort, y la práctica de yoga era lo que necesitaba para combatir los nervios y la adrenalina en competición.
Retos y mejoras
Elijas el deporte que quieras, proponte salir de tu zona de confort para mejorar tu rendimiento y habilidades deportivas. Estos son los beneficios que vas a conseguir:
Cuerpo: Evitas lesiones al trabajar músculos y articulaciones de forma diferente. Ganas confianza en ti mismo. Pierdes grasa porque los nuevos movimientos requieren ganar masa muscular y aumentan el metabolismo en general.
Mente: Romperás las barreras y limitaciones que te autoimpones, y eso te hará más fuerte en tu vida profesional y personal.
Alma: Te sentirás feliz, con energía y vitalidad. ¡Más joven incluso!
Claves para conseguir tu salto a la zona de riesgo deportivo
1. Ponte una meta realista. Piensa en algo que siempre te hubiera gustado hacer o conseguir. Desde los deportes de acción más atrevidos: hacer surf, subir una montaña, esquiar, snowboard, parapente, buceo, etc. hasta deportes más sencillos pero que piensas que no son lo tuyo: yoga si no tienes elasticidad, danza si te falta coordinación, pesas si no has ido nunca a un gimnasio con máquinas, stripdance si te puede la timidez, etc.
2. Piensa que si otras personas lo han conseguido, también puedes. No es tan difícil finalizar un maratón, o hacer un triatlón, o subir el Aneto. Cientos de personas en el mundo lo han hecho, algunas con discapacidades físicas y mentales que superaron barreras que tú no tienes.
3. Ten presente que no va a ser fácil. Salir de tu zona de confort en el deporte te asegura nuevas agujetas, dolores en zonas que nunca habías utilizado, miedo y lágrimas cuando no te sale bien al principio… No abandones, continua sufriendo sin perder de vista el objetivo, lo normal es que después de los primeros meses hayas conseguido adaptarte al nuevo deporte y empieces a notar los resultados.
4. Aprende con personas profesionales. Si llevas toda la vida ‘chapoteando’ para flotar en la piscina, no es fácil que mejores si no te apuntas a una clase con especialistas, aunque te leas todos los artículos de natación de Sport Life y te veas los mejores vídeos y tutoriales. Los deportes y retos requieren nuevas habilidades, una buena técnica para evitar lesiones y un entrenamiento específico para conseguir el objetivo. Si el reto es muy difícil para ti, déjate ayudar por los que saben.
5. Apóyate en la fuerza del grupo. Los cambios no vienen solos, y empezar con un nuevo deporte también suele asociar nuevas amistades, nueva alimentación, nuevas rutinas y horarios. Integrarse en un equipo de principiantes o de personas de nivel avanzado te ayuda psicológicamente a mejorar. Aprenderás de los errores de otros, tendrás motivación extra cuando te fallen las fuerzas y te resultará más fácil romper con tus rutinas si no puedes fallar a tu nuevo grupo.