Inmovilizamos a nuestro rival cuando conseguimos mantenerlo controlado con los dos hombros apoyados sobre el tatami durante un determinado periodo de tiempo (varía conforme a la categoría de edad).
- Tate-shio-gatame
Si nuestro compañero se gira (A) o logra abrazar una de nuestras piernas con las suyas (B), se rompe la inmovilización. Subirá o no un valor al marcador en función del tiempo transcurrido.
Consisten en derribar a nuestro rival con fuerza y velocidad de modo que apoye los dos hombros sobre el tatami. Cuando conseguimos una proyección que cumple todos esos requisitos hemos marcado ippon y se acaba el combate. Si nuestro rival cae con los dos hombros pero a la proyección le falta fuerza o velocidad, sólo conseguimos un wa-zari y el combate continúa. Aunque dos wa-zari valen tanto como un ippon y si logramos otro más, el combate finaliza ¡hemos ganado! Cuando nuestro rival sólo apoya un lateral de la espalda en el tatami, la proyección vale un yuko. Por muchos yukos que consigamos, valen menos que un solo wa-zari. Si al finalizar el tiempo de combate yo he conseguido 8 yukos y mi rival un solo wa-zari… he perdido.
- Caída de yuko
Existen muchas técnicas de proyección diferentes. Por eso, el yudo es muy parecido al ajedrez en lo que a la estrategia se refiere. Hay que saber adelantarse a los movimientos del rival y aplicar la técnica adecuada a cada situación. Básicamente las proyecciones se clasifican en 3 grandes grupos: de cadera, de pierna y de brazo, en función de cuál es el elemento de nuestro cuerpo más decisivo en la proyección.
- O goshi (gran cadera)
- O uchi gari (gran siega interior)
Una de las primeras técnicas de pierna que se enseñan. En las fotos puedes verla por el lado derecho. Nos colocamos enfrente de nuestro rival e introducimos nuestra pierna derecha entre sus dos piernas realizando un semicírculo que despega su pierna izquierda del suelo. Con la parte superior del cuerpo, desequilibramos para que nuestro compañero caiga hacia atrás.
- Seoi Nage (lanzamiento por encima del hombro)
En las técnicas de brazo como esta, los brazos y hombros ejercen una acción decisiva para proyectar a nuestro rival. Desde la posición frontal, realizamos un giro y una flexión para colocarnos debajo de nuestro compañero. Al estirar las rodillas tiramos fuertemente de los brazos logrando que ruede sobre nuestro hombro.
Es el combate o práctica libre, durante el que los niños comprueban cómo funcionan las técnicas que han aprendido cuando su compañero no contribuye porque pretende a su vez aplicar él mismo esas técnicas (tirar y que no le tiren). Es amistoso y formativo, no se trata de ganar, sino de comprobar cómo funciona lo que estamos aprendiendo. A diferencia de los combates de competición (en los que el objetivo es ganar), aquí pretendemos aprender. Por eso nunca se asumen riesgos innecesarios y se evita cualquier tipo de rivalidad.
¿Te has fijado en que en este artículo se ven cinturones de muchos colores? Los cinturones de los niños se llaman kyus y progresan en grados de color: blanco, amarillo, naranja, verde, azul y marrón. Cuando los niños son muy pequeños, hay incluso escalones intermedios (por ejemplo, blanco-amarillo). El color del cinturón indica el grado de formación en que se encuentra el judoka y es un importante elemento de motivación para los niños.
Una vez se ha alcanzado el cinturón marrón, después de años de práctica y cuando ya se dominan la mayoría de las técnicas, podemos examinarnos de cinturón negro. Pero no termina ahí la progresión. Cada grado de cinturón negro se llama dan. Cuando alcanzas el sexto dan (después del al menos 30 años de práctica de judo), el cinturón cambia de color y ese maestro o sensei de judo empieza a lucir un cinturón blanco-rojo que es el mismo para los séptimos y octavos danes. Sólo unos pocos judokas han alcanzado los danes noveno y décimo, que se identifican por el color totalmente rojo del cinturón.