Sin duda la imagen del mes es la del inglés que lideraba el Maratón de los Juegos de la Commonwealth desvanecido a 2 km de la meta siendo adelantado por un corredor australiano que ni le mira y con la total pasividad de los jueces y del público que estaban allí. Mucho se ha hablado de lo ocurrido. Para empezar, de humanizar el maratón. Por mucho que haya una regla que dice que se descalifica por recibir ayuda exterior no tiene excusa que se deje a una persona tendida en el asfalto. Martín Fiz lo decía bien claro: “Si me pasa a mí, por favor que me ayuden”.
También se ha hablado de la falta de deportividad del segundo clasificado. Aquí hay opiniones para todos los gustos y habría que ver en la circunstancia, tan cerca de una medalla de oro, para ver si nosotros pararíamos o no para socorrer el rival. Cierto que se perdió una ocasión excelente para demostrar los valores del deporte. Y, por último, también se ha reflexionado sobre hasta dónde llevar el límite de nuestro esfuerzo. Las medallas de finisher están haciendo mucho bien por lo que significan de motivación para mucha gente a la hora de salir de momentos difíciles en sus vida pero también mucho mal porque hemos entrado en la cultura del “no gain, no pain” (“no hay beneficio sin dolor”). Está claro que el deporte lleva intrínseco el esfuerzo pero nunca es razón suficiente para poner en riesgo nuestra salud sometiéndola a situaciones extremas como era este mismo maratón que se corrió bajo un calor tremendo. Retirarse no es una decisión cobarde, en la mayoría de los casos es una decisión inteligente. Igualmente, tenemos que reflexionar sobre si realmente estamos preparados físicamente y tenemos la experiencia deportiva suficiente para meternos en grandes retos (sea una marcha cicloturista de gran fondo, un ultra trail, un Medio Ironman, etc.) Hay gente que quema las etapas demasiado rápido y pasa de principiante a aspirante a “hombre de hierro” en un espacio de tiempo demasiado corto.
No es cuestión desanimarte a la hora de plantearte retos para seguir creciendo sino hacerlo con cabeza porque no hay ninguna medalla de finisher que compense dejarse la salud, los amigos o la familia en el camino.
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